Muchas personas se empeñan en correr a un ritmo más elevado del que deberían -es decir, por encima de sus posibilidades o limitaciones- cuando hace varios lustros que no se calzan unas zapatillas de running o bien porque creen que aún tienen veinte años.
Tal vez sea alguna especie de complejo no resuelto y consideran que correr a un ritmo relativamente lento les hace sentirse inferiores cuando ven por el retrovisor cómo otros runners les van adelantando con el intermitente izquierdo.
Sobre todo, si eres nuevo en esto del running o retomas la actividad después de un largo periodo de descanso, olvídate del cronómetro y del resto de corredores que te sobrepasan.
No importa lo lento que vayas. Márcate un ritmo que puedas seguir sin ahogarte. El objetivo es completar lo que te has propuesto correr hoy, sintiéndote a gusto contigo mismo y sin acabar desfondado. De lo contrario, odiarás volver a ponerte las zapatillas para ejercitarte otro día.
Múltiples beneficios
Correr a ritmo lento tiene múltiples beneficios. El principal es que la probabilidad o riesgo de lesionarte se reduce drásticamente, mientras te pones en buena forma. Esto es algo que deberías tener muy en cuenta. Y si además añadimos que tu capacidad aeróbica, resistencia y fortaleza mental mejoran notablemente, no sé por qué todavía sigues corriendo tan deprisa. Stop. No hay necesidad de sufrir. La mejor forma de disfrutar es trotando a un ritmo con el que te sientas cómodo.
Si bien es cierto que el tipo de carrera o entrenamiento ideal para quemar grasa o perder barriga es realizando esprints de alta intensidad, correr despacito es lo más beneficioso para aquellas personas que se encuentran fuera de forma.
Poquito a poco y casi sin darte cuenta, irás incrementado tu resistencia, al tiempo que construirás una base aeróbica, fortaleciendo tu sistema músculo esquelético y cardiorrespiratorio.
Controla tu respiración
La mejor manera de saber si estás corriendo a un ritmo lo suficientemente lento es controlando tu respiración. Si jadeas o vas con la lengua fuera, señal de que algo estás haciendo mal.
En ese caso, lo más recomendable es que disminuyas el ritmo al correr. Otra magnífica alternativa para no cansarte tanto y poder recuperar el aliento es combinar carrera y andar.
Por ejemplo: corre dos o tres minutos y camina uno. Por otra parte, si no te gusta salir a correr solo y lo haces en compañía de algún amigo, evita al que corre rápido y vete con alguno cuyo ritmo de carrera sea más pausado. Si puedes mantener con él o ella una conversación sin la sensación de que te falta el aire, vas por buen camino.
También para corredores veteranos
Por otro lado, si eres un runner veterano o experimentado, salir a trotar a ritmo lento de vez en cuando te va a aportar numerosos beneficios que, a la postre, harán que corras más rápido en las pruebas populares o maratones. De hecho, muchos atletas de élite combinan entrenamientos de baja y alta intensidad con el objetivo de lograr un mayor y mejor rendimiento y así poder competir más rápido.