Si después de haberte zampado esta Navidad semejante cantidad de langostinos, unas generosas raciones de cordero en salsa y la correspondiente sobredosis de polvorones y turrones crees que con un par de carreritas de media hora vas a bajar esa panza, sentimos comunicarte que lo tienes crudo.
Correr de forma esporádica contribuye a quemar azúcares, pero eliminar la grasa acumulada en tu cuerpo requiere tiempo, voluntad, constancia y esfuerzo. Se trata de un proceso más laborioso que está estrechamente relacionado con el número de calorías ingeridas y consumidas por el organismo.
Qué duda cabe que correr está de moda y se ha convertido en una de las principales actividades físicas que utiliza la gente en la actualidad cuando quiere perder esos kilos de más que se acumulan en forma de grasa, en el caso de los hombres en la barriga y en el caso de las mujeres en el trasero. A fin de cuentas, el resultado que se persigue es adelgazar.
Y ya que hablamos de resultados podemos enlazarlo con las matemáticas. Para perder peso basta realizar una sencilla operación aritmética que aprendiste en tu más tierna infancia. Una resta entre las calorías de los alimentos y líquidos ingeridos menos el número de calorías quemadas a través del ejercicio o actividad física. Si quieres adelgazar, tu balance calórico diario deberá ser negativo.
Empecemos por el principio. Si tienes un sobrepeso considerable y además hace tiempo que no te calzas unas zapatillas de running, salir a correr será un infierno porque no serás capaz de aguantar ni 30 minutos corriendo y la probabilidad de sufrir una lesión se incrementará considerablemente, ya que tus rodillas y articulaciones (al igual que los cimientos y pilares de un edificio) deben soportar un peso para el que no están preparadas.
Por esta sencilla razón, lo más aconsejable es, durante un periodo de tiempo, empezar a caminar de forma habitual, aproximadamente una hora, cuatro o cinco días a la semana. Te lo dice alguien que en su día lo puso en práctica y le dio muy buen resultado, siempre y cuando cuides un poco esa boquita.
Ahora que ya has bajado algo de peso y volumen, el siguiente paso es salir a correr, a ritmo lento, tres o cuatro días a la semana y completar de 7 a 10 kilómetros, de tal forma que el ejercicio físico en cada sesión supere los 45 minutos de duración.
Para quemar lípidos y, en definitiva adelgazar, es preferible correr a un ritmo lento, pero durante un largo periodo de tiempo, completando más recorrido que a un ritmo rápido. Si haces esto, empezarás a quemar parte de esa grasa acumulada en tu cuerpo serrano, siempre que vaya acompañada de una dieta sana y equilibrada. La clave fundamental es generar un déficit calórico. Se trata de consumir más calorías de las que ingieres en cada jornada.
Al principio esta estrategia que combina correr tres cuartos de hora y una dieta hipocalórica o baja en calorías dará sus frutos a corto plazo, pero al cabo del tiempo dejará de ser efectiva porque el organismo tiende a ralentizar el metabolismo para economizar el gasto energético.
A largo plazo, muchos expertos coinciden en que la fórmula idónea para acelerar el metabolismo y quemar un mayor número de calorías consiste en introducir variaciones o cambios de ritmo cuando practicas running. Una combinación de carrera basada en la resistencia, velocidad y alta intensidad producirá un consumo energético o quema grasas muy alto después del entrenamiento.