Las dietas están a la orden del día, pero la mayoría de las veces escogemos aquellas que en realidad no son las más adecuadas para nuestra salud. Te matas de hambre y al final, en vez de perder peso, lo único que consigues es estar todo el día de mal humor, comer alimentos que no te gustan y generarte una ansiedad innecesaria.
Tranquilidad, que ni está todo perdido ni el flotador que se acumula alrededor de tu cintura se va a quedar ahí para siempre. Deja de sufrir, y sigue a rajatabla uno de los siete secretos mejor guardados para perder peso que funcionan de verdad.
1. No te obsesiones con contar calorías. Estar todo el día calculando las calorías de los alimentos para saber qué se puede comer y qué no, puede ser contraproducente. Lo importante de elegir un alimento u otro no es cuántas calorías tiene, sino saber si es nutritivo para el organismo y, en caso afirmativo, incluirlos en nuestros menús para llevar de una vez por todas una dieta equilibrada.
El ponerse a contar puede conducir a que nos acabemos saltando comidas e incluso dejar de comer algunos alimentos porque, asegura la sabiduría popular, ‘engordan’. Ojo, porque algunos de los que no encajan en tus cuentas pueden ser fundamentales para tu salud mental y física.
2. Dormir bien adelgaza. Una cura de sueño puede ser la solución para regularizar nuestro organismo. Recuerda que no dormir bien hace que disminuyan hormonas como la leptina.
Para que nos entendamos, afecta directamente a la encargada de avisar a nuestro cerebro de que no tenemos hambre. Tomar alimentos que nos ayuden a descansar mejor y tener un horario estable nos ayudará a no tener apetito fuera de las horas adecuadas.
En resumen: si quieres perder peso, va siendo hora de que sincronices los relojes para que tus horarios de comida y sueño estén coordinados.
3. Carbohidratos que sí debes comer. No todos engordan, simplemente tienes que descartar los simples por los complejos o integrales. Cereales como la avena y la quinoa, las legumbres o la fruta y las verduras están en lo alto de la lista de los conocidos como carbohidratos ‘buenos’ y además de tener un alto contenido en fibra son bajos en índice glucémico.
Sí, si los comes a menudo no pareces una boya humana sino todo lo contrario así que procura añadirlos a tu dieta para no privarte de ninguno de los nutrientes necesarios y mantener tu organismo equilibrado.
4. El agua: Nuestra mejor aliada. Mantenerse hidratado es prácticamente obligatorio para que tu cuerpo tenga un perfecto equilibrio. Según los expertos en salud hay que beber entre 6 y 8 vasos de agua al día o, lo que es lo mismo, un litro o litro y medio.
Incluyendo alimentos con alto contenido acuoso como son la fruta o las verduras tenemos gran parte del trabajo hecho (¡lo de las cinco piezas diarias era verdad!). Ten en cuenta que, además, beber agua regula el apetito y crea sensación de saciedad.
Aunque, no nos engañemos, lo que realmente ayuda a perder peso es sustituir las bebidas azucaradas como los zumos envasados, los refrescos o el alcohol por un buen vaso de agua fresca.
5. ¡No piques entre horas! Lo llevamos grabado a fuego. Picar entre horas engorda. Pero aún así lo seguimos haciendo. Tenemos la mala costumbre de desayunar más bien poco y a media mañana abalanzarnos contra la máquina expendedora a por cualquier snack que se nos ponga delante.
Evitar estos ataques de ‘gochería’ es fácil si consigues afianzar unos simples y apetitosos hábitos que saciarán tu hambre voraz: tomar un desayuno completo, comer fruta a media mañana, almorzar un buen plato, llevar unos frutos secos a mano para esos momentos de debilidad y cenar siempre algo ligero.
6. El estrés engorda. Ya sea por trabajo, por problemas de la pareja o líos familiares, el estrés es y será uno de los grandes males del siglo XXI. Su aparición conlleva que nuestro cuerpo nos empuje a comer más alimentos calóricos para saciar el nerviosismo acumulado.
Lo que ocurre es que el cuerpo libera hidrocortisona cuando atraviesa épocas de más agobio, una hormona culpable de almacenar grasas... Y no solo eso. El miedo se traduce en una mayor liberación de cortisol, la famosa hormona del estrés que tampoco se lo pone fácil a nuestro cuerpo para que acabe con los excesos de grasa y termina por dejar que se acumulen donde bien les parezca (y siempre dónde menos te apetezca a ti).
Tomarte un tiempo para relajarte como pauta de obligado cumplimiento diario puede ser la solución para perder ese excedente que no sabes cómo quitarte.
7. Un clásico: hacer ejercicio. Comer sano, estar relajados y descansados, son fundamentales en para que nuestra dieta diaria vaya por el buen camino. Si a todo esto le añadimos un poco de ejercicio habremos conseguido el combo perfecto para perder peso.
Y no, no hace falta que te machaques en el gimnasio. Con hacer unos sencillos ejercicios de abdominales o sentadillas en casa o salir a caminar todos los días, puede valer. La cuestión es moverse un mínimo y, en cuanto lo pruebas, verás en poco tiempo lo agradecido que está tu cuerpo.