Cada gota de sudor que derramabas en el gimnasio te hacían viajar al futuro y te imaginabas en la playa, este verano, luciendo tipazo. Pero ahora la realidad hace que vayas a comprarte una talla más. Para que eso no vuelva a ocurrir, repasamos las posibles razones por las que tal vez no hayas adelgazado lo que querías y te contamos qué puedes hacer para conseguir tu objetivo.
Has hecho la dieta equivocada
Tu vecina te pasó la dieta que a ella le había dejado una cuñada que había escuchado que le fue muy bien a no sé qué famosa. ¡Ay! No hace falta que te digamos nada, ¿verdad? Eso es, la próxima vez mejor consulta a un nutricionista. Cada persona es un mundo y, por tanto, necesita un tipo de dieta concreto elaborada por un especialista en la materia.
Te has centrado en la fase de volumen
Te has puesto fino a hidratos de carbono y has comido como un señor porque claro, estabas en tu etapa de volumen y te querías poner bien grandote. El problema es que te has despistado y no has tenido en cuenta que, después de crecer tenías que definir.
Los entrenamientos con más cardio y la dieta con menos calorías te los has pasado por la peineta. Ya sabes, no hay que olvidarse de esta parte antes del verano.
No has hecho suficiente cardio
¿Cuánto hace que no pisas la cinta del gimnasio o que no sales a correr? ¿Has llegado a probar el HIIT? Si la respuesta a la primera pregunta es “mucho” y la que contesta a la segunda es “no”, todo apunta a que te has olvidado de lo importante que es el ejercicio cardiovascular a la hora de perder grasa. Que sí, que levantar pesas está muy bien y mira qué bíceps tienes ahora, pero si quieres decir adiós a tu barriga, ya sabes, ¡a sudar!
No has comido suficiente
Acabemos la frase. No has comido lo suficiente... cuando tenías que hacerlo, pero luego te has pegado unos buenos atracones a deshora. Si hubieses hecho tus cinco o seis comidas al día, no hubieses tenido ese hambre cuando no tocaba y no habrías acabado picando alimentos que, además, confiésalo, no eran muy saludables.
Has bebido los fines de semana
Has bebido y no era agua, eran copas y estaban llenas de alcohol. La barra de la discoteca es el escenario en el que tu dieta saltó por los aires... Y tú sin enterarte, paseándote por la pista de baile al ritmo de la música sin imaginar que un montón de calorías vacías entraban en tu cuerpo como si estuviesen en un parque de atracciones. La próxima vez, mejor un refresco sin azúcar.
No has tomado grasas saludables
¿Grasa y adelgazar en la misma frase? Sí, tomar grasas de las buenas te puede ayudar a atacar esos tejidos adiposos que tanta guerra dan. Las nueces y el salmón son ejemplos de alimentos ricos en grasas saludables. Eso sí, tampoco te pases. Tómalos con control y consulta a tu nutricionista sobre las cantidades adecuadas para ti.
Has tomado productos light que en realidad no lo son
Leer las etiquetas de los productos que eliges en el supermercado puede ser decisivo a la hora de adelgazar. Muchos productos que están camuflados como light en realidad no lo son tanto. Algunos son bajos en grasa pero tienen una gran cantidad de azúcar o al revés. Tómate tu tiempo a la hora de hacer la compra para que no te den gato por liebre.
No has dormido lo suficiente
Aunque te cueste creerlo, no dormir tus ocho horitas hace que tengas más hambre. Esto pasa porque los niveles de grelina (la hormona del hambre) se incrementan por la falta de sueño. Por otro lado, dormir lo suficiente puede ayudarte a adelgazar porque tu cuerpo libera hormona del crecimiento, eso acelera tu metabolismo y tu cuerpo quema grasa. ¡Aprovecha el verano para dormir más y échate buena siestas!
Ahora que ya has tomado nota de los posibles errores y sabes qué puedes hacer para solucionar el estropicio, coge tu toalla y vete a la playa o piscina a darte un chapuzón, que a pesar de los pequeños fallos, ¡te lo has ganado!