Con la llegada de las vacaciones estivales, muchas son las personas que dicen necesitar descansar después de estas. “Mira que no he hecho nada, pero estoy agotado”, comentan con sus amigos. Cierto es que levantar las jarras frías de cerveza y cargar con la sombrilla a la playa no puede considerarse deporte extremo, pero con el mero hecho de estar de pie tu cuerpo ya está haciendo un esfuerzo relevante.
Para permanecer erguido y en equilibrio (muy importante esto último), tu cuerpo pone a trabajar cuatro zonas:
Músculos de las piernas
Ocho, para ser exactos, son los que te permiten ver desde las alturas. Los cuádriceps (ubicados enfrente de tu muslo) y los isquiotibiales (en la parte trasera) son los que más tensión realizan para que puedas cargar con tu peso. No están solos. Los tobillos les ayudan en esta ardua tarea.
Músculos del torso inferior
Abdominales, oblicuos, espalda baja y glúteos trabajan (en amor y compañía) para ayudarte a rotar, equilibrar y estabilizar tu cuerpo mientras esperas en la cola del chiringuito.
Músculos de los brazos
Aunque en menor medida que los anteriores, bíceps y tríceps se aseguran de estabilizar tu anatomía. Piensa que si los brazos tienen una gran importancia cuando corres o andas, ¿por qué no la iban a tener ahora que no quieres moverte, pero tampoco quieres estar sentado o tumbado?
Músculos del cuello
Todos trabajan (sobre todo el esternocleidomastoideo) para que puedas hacer movimientos (casi imperceptibles) que te ayudarán a mantener el equilibrio.
Estar de pie es necesario (y quema calorías)
Dado que ya sabemos todo lo que está pasando en nuestro cuerpo (a nivel muscular) cuando estamos de pie, vayamos a la verdadera razón por la que nos agotamos. La clave está en las calorías que se queman durante este proceso.
El doctor John Buckley y su equipo de investigadores de la Universidad de Chester realizaron un experimento en el que pidieron a diez personas que realizaran su trabajo (eran agentes inmobiliarios) de pie. De hecho, les pidió que pasaran tres horas al día erguidos sin caminar durante cinco días. Una vez analizados los resultados, ¡voilá! Se demostró que todos ellos habían quemado unas 0,7 calorías por minuto. ¿Te parece poco? Eso significa la quema de 30.000 calorías en un año. Lo que equivaldría a perder 4 kilos de grasa.
En palabras del propio John Buckley: “Si quieres llevar esto a niveles de actividad, entonces sería el equivalente a correr diez maratones al año”. Muy fuerte, lo sabemos.
Maldita gravedad
Otro punto que hemos de tener en cuenta es que, si nos quedamos mucho tiempo de pie, “la sangre se acumula en los miembros inferiores y el mecanismo de succión del corazón falla. Es entonces cuando baja la presión arterial y el cerebro se queda sin riego suficiente”. No lo digo yo, lo dice el doctor Pedro J. Cañones de la Sociedad Española de Medicina General. Y, por si no te ha quedado claro, esta pérdida de equilibrio hidrodinámico es lo que hace que nos mareemos y nos caigamos al suelo.
¿Cuánto tiempo estar de pie y cómo hacerlo?
Según Montse Nuevo, fisioterapeuta, es a partir de las dos horas cuando está postura nos puede traer problemas de salud. “Como bípedos, aún no hemos finalizado el proceso evolutivo y la evidencia la tenemos en el elevado índice de patologías asociadas a esta posición”, sostiene (nunca mejor dicho) el podólogo Ángel González de la Rubia.
Y si piensas que estar de pie no requiere de una buena técnica, te equivocas. Hay una serie de pautas a seguir cuando preveas que vas a estar mucho tiempo erguido y sin moverte para que tus piernas, espalda y cuello no sufran las consecuencias:
No sin tus cordones
Lo mejor para afrontar una jornada de pie es utilizar calzado que sujete firmemente nuestro pies. En verano, prueba a llevar sandalias que se sujeten al tobillo (para una mayor estabilidad) o modelos tipo bailarinas.
Arriba las plantillas
Que tu pie pise sobre terreno blandito es importante para que soporte mejor el impacto contra el asfalto. Recuerda que en verano ‘the floor is lava’.
Ni tanto (tacón) ni tan poco
Según los expertos, los tacones de más de cinco centímetros harán que nuestra espalda se resienta de la misma manera que una suela de un milímetro de grosor. ¿La solución? Zapatos de suela media. (Como la Tierra Media)
Separa un poco tus pies
No ponerlos uno al lado del otro hará que aumente tu base de sustentación y distribuirás mejor tu peso corporal entre tus dos extremidades inferiores.
La próxima que digas que no has hecho nada en todo el día (porque no has salido a andar, correr o a hacer el pino puente), piénsatelo dos veces.