Los cronotipos son las variaciones de los ritmos circadianos endógenos encargados de marcar nuestros ciclos fisiológicos durante las 24 horas que tiene el día. Y alterar sus ciclos acostándonos a horas intempestivas o despertándonos demasiado tarde afecta directamente a nuestros hábitos alimenticios.
Así de claro lo establece un reciente estudio publicado en la revista Obesity, según el cual las ‘personas nocturnas’ consumen menos macronutrientes durante las horas del día y aumentan la ingesta de azúcares y grasas cuando se acerca la noche, lo que las hace tener unos cuantos kilos de más que las ‘personas diurnas’.
Los investigadores de la Universidad de Finlandia descubrieron que las personas con cronotipos activos durante la mañana -quienes se acuestan temprano y madrugan-, tienden a tomar decisiones más saludables durante el día, haciendo ejercicio y manteniendo una dieta sana en un porcentaje mucho mayor que quienes trasnochaban. Si no quieres acabar obeso, deja de irte a la cama de madrugada y retrasar la alarma cinco minutitos más.
Vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos no engordar
Aunque los madrugadores comen mejor, el estudio deja claro que las diferencias entre opciones de dieta entre la gente mañanera y la trasnochadora se agravaba todavía más al llegar el fin de semana. Momento en el que los noctámbulos aumentaban la ingesta de grasas, comiendo más y más a menudo y en horarios irregulares.
Según los investigadores, quienes llevan una vida poco rutinaria o, digamos, con una rutina poco estricta en cuanto a horarios de alimentación y selección de alimentos, tenían mucho menos control a la hora de tomar decisiones saludables. El clásico, “como me he levantado más allá de mediodía, me preparo cualquier cosa rápida”. Piénsalo, en estos casos… ¿cuántas veces has optado por una ensalada?
Eh. Menos drama. Si te encuentras entre el grupo de personas incapaz de plegar el ala antes de las 12 de la noche y madrugar es para ti algo parecido al infierno en vida, hay solución.
Al menos la investigación nos presta algo de luz al final del camino sentenciando que aquellas personas noctámbulas que sean capaces de tener conciencia sobre su propio cronotipo, pueden fomentar la alteración del mismo para bien esforzándose en decantarse por un estilo de vida más saludable -como entrenar por la noche o establecer una serie de horas para comer que no se salten nunca- aunque lo hagan en momentos diferentes al resto del mundo.
Gordos, con memorias de pez y el corazón tocado
Pero cuidado. Que dormir poco, mal y tarde no solo te puede hacer ganar unos indeseados kilitos de más. Según el Instituto de Medicina del Sueño, la falta de sueño y descanso tiene consecuencias muy evidentes durante el día como la excesiva somnolencia diurna, cambios en el estado de ánimo, aumento del estrés y pérdida en la capacidad de memoria aletargando nuestra concentración y almacenamiento de conocimientos. Tal y como advierten los expertos, la cosa se agrava si se nos va de las manos y nos pasamos varios días consecutivos durmiendo poco o casi sin dormir, aumentando en un 40% las probabilidades de sufrir alguna enfermedad psiquiátrica.
La alteración de los cronotipos también afecta a nuestra capacidad para procesar la glucosa, aumentando los niveles de azúcar en sangre y, en consecuencia, el riesgo de desarrollar diabetes; disminuye nuestra temperatura corporal basal, responsable de mantener estable el ritmo cardíaco, pudiendo desembocar en arritmias o paradas cardio-respiratorias nocturnas; aumenta el riesgo de padecer hipertensión arterial y accidentes cerebro-vasculares: así como otras “pequeñeces” que pueden manifestarse a largo plazo como la hiperalgesia o el aumento de la percepción de dolor, temblores, envejecimiento precoz, agotamiento, trastornos gastrointestinales o el aumento de probabilidad de contraer infecciones por el mal estado de nuestro sistema inmunitario.