El sofá te atrapa, la tarrina de helado de chocolate te llama a gritos desde el congelador, el gato no se levanta de tus piernas y el aire acondicionado te acaricia la piel suplicándote que te quedes.
Entendemos que, como protagonista de semejante cuadro costumbrista, no tengas ni pizca de ganas de ir al gimnasio. Sabemos que no es Disneyland precisamente, por eso vamos a hacer un repaso a esas cosas que tanta pereza te dan a la hora de ponerte a entrenar y te contaremos qué hacer para esquivarla.
Vestirte para ir a entrenar
“Qué rollo, con el calor que hace”. Pues sí, menudo rollo, no vamos a decirte lo contrario. Con lo a gustito que estabas tú en casa en calzoncillos, pensar en vestirte para ir a entrenar con el calor que hace te resulta desmotivador y hace que le preguntes a tu gato qué haría él. Déjale en paz, no va a contestarte.
Total, que piensas que ojalá pudieses entrenar sin camiseta, en calzoncillos o directamente desnudo. Como de momento tu gimnasio no es nudista (lo de los vestuarios es otra historia), puedes hacerlo en casa. Ya lo decía la cantante Natalia: “Uoh, uoh, uoh, libérate”. Pues eso.
Hacer cardio durante mucho tiempo
Si te aburre eso de pasarte 45 minutos corriendo, hay una alternativa que te permitirá quemar grasa en mucho menos tiempo y de forma más amena. El HIIT (High Intensity Interval Training) es el entrenamiento a base de intervalos de alta intensidad que puede hacer que en siete minutos adelgaces tanto o más que en una larga sesión de cardio.
El secreto está en su combinación de ejercicio anaeróbico intenso con periodos cortos de recuperación. Además, no necesitas el gimnasio, solo tu cuerpo y, eso sí, muchas ganas. Flexiones, comba, sentadillas, zancadas, abdominales... Hay muchos ejercicios que pueden formar parte de una sesión de HIIT, por lo que seguro que no vas aburrirte.
Desplazarte al gimnasio
Da igual si vas en coche, en bici, en moto, en autobús o andando. Con el calor que hace, el hecho de trasladarte de casa al gimnasio ya es todo un logro que debería contar como parte del entrenamiento. Pues lo sentimos, pero no cuenta.
Cuando llegas allí, sin haber puesto aún ni una patita en la entrada, sientes como si ya hubieses entrenado y te dan ganas de darte media vuelta y volverte a casa. Para evitar que eso ocurra lo mejor es que entrenes en tu propio salón.
Puedes usar los muebles y algún que otro objeto de casa para hacer tus ejercicios. Y si no tienes tabla ni sabes por dónde empezar, date una vuelta por nuestra sección de vídeos, donde encontrarás un montón de vídeos de entrenamientos que puedes hacer sin pisar el gimnasio.
Entrenar solo
En tu gimnasio ves esos grupos de chicos que van juntos a entrenar. Se ayudan con las pesas, se turnan con las máquinas, se dan consejos unos a otros y cotillean durante los descansos entre series.
“Así cualquiera se motiva”, piensas, porque tú lo de entrenar solo lo llevas fatal. Si quieres estar acompañado mientras realizas actividades físicas, ¿por qué no pruebas con las clases colectivas? Suele haber una gran variedad para elegir y algunas como Body Pump, spinning o Body Combat hacen que consigas un cuerpazo. Además, en ellas puedes conocer gente, hacer amigos y ponerte en forma al ritmo de la música. Es casi como ir a una fiesta pero sin mojitos. Chico, ya no hay pereza que valga.
Tener la sensación de que entrenas para nada
No siempre es buena idea fiarse del espejo. Puede ser que te estés tomando muy en serio los entrenamientos, que estés llevando la dieta a rajatabla pero que, aún así, no veas una evolución física evidente. Quizás hayas empezado hace poco y necesites tener algo de paciencia o tal vez sí que estés progresando adecuadamente y no te estés dando cuenta.
Por eso, para que no se te ocurra pensar que estás entrenando para nada, lo mejor es llevar un seguimiento serio de tu evolución. Para eso es imprescindible que te peses, que te midas e incluso que te hagas fotos y así poder comprobar semanalmente cómo has ido cambiando. Verás como la pereza que a veces te produce entrenar desaparece.
El gimnasio como concepto te da pereza
Escuchas la palabra gimnasio y se te ponen los pelos como escarpias. No pienses en él como las salas de torturas que se monta el personaje de Puzzle en las películas de la saga de terror Saw. Es cierto que en el gimnasio uno se encuentra máquinas extrañísimas que con solo verlas dan ganas de salir corriendo, pero hay más cosas.
Piensa en él como un club al que vas a divertirte. Venga, échale imaginación. Tienes clases de todo tipo, puedes conocer gente e incluso relajarte en la sauna en el caso de que la tenga. No es un parque de atracciones, pero el gimnasio puede ser un lugar en el que hacer cosas que normalmente no puedes realizar en casa.
Después de este repaso lo único que te tiene dar pereza son las excusas. Así que al lío, pecador.