1. Analiza tus motivos
Ya sea sentirte mejor, perder peso, ganar músculo o estar en forma. No hay mayor motivación que tener claro por qué estás luchando y comprobar que lo vas consiguiendo poco a poco. Por eso, dedica parte de cada entrenamiento a tus sensaciones, a tu respiración, a la sensación de poder, de energía, etc. Métete en tu cabeza y olvida todo lo que rodea, sois sólo tú y nada más que tú. Nunca olvides que eres el protagonista de tu vida.
2. Haz que tu entrenamiento sea agradable
Está claro que si quieres perder peso, por ejemplo, tienes que correr. De hecho eso es lo que llevas haciendo los últimos meses. El problema es que cada vez te cuesta más calzarte las zapatillas y salir a trotar. ¿Has pensado que correr no es lo tuyo?
Cuando quieres adelgazar hay multitud de opciones (aunque es verdad que correr es la más barata), así que prueba, prueba y prueba cualquier otra disciplina. Súbete a una bicicleta, quema la máquina de remo del gimnasio, o apúntate a alguna clase colectiva. El resultado será el mismo, y si encuentras lo que te gusta estarás deseando que llegue la hora de ponerte el chándal.
3. Ponte un objetivo
Ceñirte a un objetivo hará que tu entrenamiento forme parte de tu vida. Si te surge un plan con amigos, el hueco de la agenda dedicado a tu entrenamiento ya estará ocupado, y tendrás que buscar otra hora para quedar. Ponte una hora fija para cada día que vayas a entrenar y nunca la cambies salvo fuerza mayor. Al fin y al cabo, cuando tenemos una cita con el médico, con el taller, o con la peluquería, lo primero que movemos o quitamos de la agenda es la hora del gimnasio, ¿verdad?
4. No te ancles en el mismo entrenamiento
Por muy bien que te haya ido o por mucho que te guste, ningún entrenamiento dura de manera indefinida. Más que nada porque acabarás aburriéndote, y además dejará de tener los efectos que tenía cuando empezaste a hacerlo.
Aunque seas un amante empedernido del running, debes dedicar una semana al mes por lo menos, a otras cosas, a otros deportes o a otro tipo de ejercicio. Al variar esa rutina, tu cuerpo tendrá que adaptarse de nuevo y lograrás mejores resultados. Además, cuando acabe esa semana y te toque volver a correr, lo harás con muchas más ganas.
5. Mantén los pies en el suelo
Si quieres perder los 10 kilos que te sobran en un mes para prepararte para una boda, es más que probable que acabes decepcionado. Y eso es de las cosas que más desmotivan. Fíjate un objetivo realista (aunque no sea el que en realidad quisieras). Perder 10 kilos en un mes es casi un milagro, pero si decides perder kilo y medio por semana (o incluso dos), entonces sabrás por lo que estás luchando a corto plazo.