Tiene miles de años y una salud de hierro. Pero, claro: es Papá Noel. La realidad es que su alimentación es mala, muy mala, y no mueve un músculo de su cuerpo nunca, ni si quiera para ir a comprar comida. Si te ves reflejado en estos puntos que siguen y que describirían a la perfección la vida de Santa Claus, te lo tienes que hacer mirar, porque no vas por el buen camino, y al tamaño de la cintura de Papá Noel nos remitimos.
1.- No hace ejercicio físico cuando reparte los juguetes. Y eso que le podría entrar el gusanillo de correr alguna vez una de las muchas carreras de San Silvestre que hay por el mundo. Pero nada.
Reparte los juguetes en un carro tirado por renos, comandados por Rudolph. Sus piernas carecen de músculos, porque el resto del año no sale de su cabaña, allá donde quiera que esté.
Pero lo peor de todo es que va expandiendo su forma de vida a pequeños y mayores, regalándoles patines de dos ruedas automáticos, segways y demás gadgets inventados en contra de la ergonomía natural del ser humano.
Además, como tiene poderes, ni si quiera entra por las chimeneas o ventanas de las casas. Últimamente los reparte con drones. Conviene recordar que hoy por hoy el cuerpo humano ha evolucionado para hacer ejercicio, y no hacerlo causa muchas más dolencias que hacerlo.
Moraleja: evita por todos los medios el sedentarismo. Intenta ir al trabajo caminando, usa transporte público, no te dejes llevar por las escaleras mecánicas y, en definitiva, ¡múevete!
2.- Vivir en una zona siempre con nieve y hielo no ayuda. Su casa está muy cerca del Polo Norte, y si bien tiene una mágica buena salud ya no tiene la agilidad de un chaval.
Es normal que no se atreva a dar paseos por los alrededores de su casa: hay mucho hielo y nieves perpetuas de una dureza tal que hasta las raquetas serían peligrosas.
Y tampoco es que se sienta cómodo practicando bobsleigh en la montaña más cercana. Menos aún esquí o snowboard.
Moraleja: si vives en Laponia te lo permitimos, pero, si no, practica algún deporte que te guste. Hoy en día lo hay de todos los gustos y colores, así que no te quedan excusas.
3.- Se da un atracón de campeonato en Nochebuena. No sabe decir que no. Y con esos drones con los que reparte juguetes recoge las viandas que le va dejando la chavalería de todo el mundo, esto es galletas (hidratos de carbono y azúcares refinados que no quema) además de vasitos con los más diversos licores alcohólicos.
Se come y bebe todo lo comible y bebible, y aún le sobra para el resto del año… Y ya se sabe que el consumo moderado de alcohol tiene relación con siete tipos de cáncer, y el de azúcar refinada la obesidad y, la obesidad con enfermedades coronarias.
Moraleja: vale que en Navidad se come más, pero controla tu alimentación y, sobre todo, no te des atracones consecutivos. Aquí tienes unos ejercicios para bajar las comilonas.
4.- Está patrocinado por una conocida bebida de cola, la cual consume. Desde que en 1920 se prestase a participar en una campaña de ese brebaje, ya sólo viste de rojo.
Si bien antes de ese hito ya había vestido de ese color, lo cierto es que también lo hacía de otros colores: amarillo, verde, azul… La cosa es que como parte del pago Papá Noel aceptó recibir 2 litros de esa bebida al día de aquí a la eternidad.
En los últimos tiempos se la envían sin azúcares e incluso sin cafeína, pero no hay nada que hacer: Papá Noel está enganchado al azúcar refinado y a la cafeína, y nunca ha logrado desengancharse.
Y eso, el consumo de azúcar propicia diabetes, síndrome metabólico e hígado graso. Lo que pasa es que esa marca de bebida y su competencia pagaron a diferentes organizaciones científicas para que mirasen para otro lado.
Moraleja: evita las bebidas muy azucaradas y con muchos gases si no quieres que tu panza se parezca a la de Papá Noel. Si decides vivir sin azúcar mira lo que te puede pasar.
5.- Su alto consumo de azúcares le impiden quemar su también alto consumo de grasas. Durante el año, como ya he señalado, vive de las rentas de todos esos dulces y bollería industrial que ha recogido en las casas.
Las alterna en su dieta con fantástica carne de reno, salmón nórdico y atún de la mejor calidad, productos que no pesca ni caza él, sino que encarga por internet.
Es precisamente ese consumo de azúcares refinados lo que no le permiten a su cuerpo quemar las grasas. Y es una pena. Porque se sabe que los inuit (mal llamados esquimales) tienen una dieta compuesta por el 95% de grasas y están totalmente sano.
Moraleja: aleja de tu vida la bollería industrial y todo lo que tenga azúcares refinados. No te harán nada bien. En este caso, mejor que lleves la dieta de Papá Noel con sus pescados y su carne saludable.