El pulsómetro es uno de los gadgets que más ha evolucionado durante estos años y también uno de los más utilizados por los corredores. De muñeca o con banda pectoral, los modelos son casi incontables pero su función elemental siempre es la misma: controlar nuestro esfuerzo.
Quiero partir de una base muy clara, soy un defensor a ultranza del uso del pulsómetro. A los dos meses de empezar a correr fue el primer regalo que me hicieron mis padres. Y es que el tener antecedentes de patologías cardiovasculares en la familia causaba cierto temor en mis progenitores. Desde entonces rara es la vez que corro sin él puesto.
Por eso siempre animo a correr controlando nuestro ritmo cardiaco y para eso hay que llevar un buen pulsómetro. Aunque de nada nos sirve llevarlo puesto si no entendemos lo que marca y que significa cada zona de esfuerzo en la que trabajamos. Si podéis, haceros una prueba de esfuerzo y que os diga un médico deportivo cuáles son vuestros umbrales aeróbicos y anaeróbicos para sacarle un buen rendimiento al 'aparatito de marras'.
Una de las mayores ventajas que tiene correr controlando las pulsaciones es que se evitan (en muchos casos) lesiones por sobrecarga de trabajo. Si eres consciente de cuándo y cómo tienes que esforzarte en tus carreras y entrenamientos, no sólo tu corazón sufrirá menos, todos tus músculos llevarán una carga de fatiga mucho más controlada.
Otra ventaja es que evitarás petadas por sobreesfuerzo. Si corres mucho tiempo por encima de tu umbral anaeróbico, lo normal es que tu rendimiento caiga en picado y acabes con un buen pajarón y sin fuerzas en las piernas. Mejor mira la pantalla que llevas en la muñeca y regula el esfuerzo según tus posibilidades.
Lo creáis o no, ayuda a desconectar. Cuando he tenido un mal día y lo único que me apetece es matar a alguien, salir a correr y concentrarme en mi entrenamiento por pulsaciones hace que me olvide todo. Estar pendiente de los ritmos a los que tienes que correr hace que no le des vueltas a otras cosas mientras corres y hace que el entrenamiento pase más rápido.
Y quizá la mayor ventaja es la que aúna las tres que hemos visto, ya que correr monotorizando nuestro pulso hará (si lo hacemos bien) que nuestra práctica deportiva sea más saludable y duradera en el tiempo. Así podremos disfrutar más de este deporte que tanto nos gusta.
Pero usar pulsómetro también tiene sus desventajas, no todo el campo es orégano, amigos. La primera de ellas es de ámbito físico. Las bandas pectorales de muchos modelos te dejan la zona hechos unos zorros. Y esas rozaduras, son molestas, muy muy molestas. Por suerte los pulsómetro de pulsera son cada vez más habituales y fiables.
Otro inconveniente es que puede coartar tu libertad como corredor. El tener que ir pendiente de no pasarse de ciertas pulsaciones, es en muchas ocasiones, un auténtico coñ... Así que de vez en cuando es bueno salir a correr por sensaciones y dejarse llevar por lo que nos apetezca ese día. Sentir solamente nuestras zancadas, nuestra respiración y levantar la cabeza para disfrutar del entorno por el que corremos.
Como veis, se nota que el pulsómetro y yo somos buenos amigos. Puede que alguno de vosotros le saquéis más inconvenientes a su uso y es muy posible que tengáis razón pero después de 11 años corriendo controlando mi pulso, yo no lo cambio por nada.