El deporte es una actividad física que va asociada a una serie de valores éticos como el afán de superación, la amistad con compañeros de equipo y adversarios, el respeto hacia los rivales y el juego limpio. Por desgracia, no siempre es oro todo lo que reluce.
La historia del deporte tiene un lado oscuro en el que habitan algunos personajes tramposos dispuestos a hacer lo que sea, caiga quien caiga y a cualquier precio, con tal de conseguir mayor éxito, fama y dinero. Su leitmotiv: el fin justifica los medios. Afortunadamente, muchos de ellos han sido desenmascarados para terminar formando parte de una lista negra en la historia del deporte.
‘La Mano de Dios’ con la que Maradona logró la victoria (2-1) de Argentina frente a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de 1986, un boxeador que para atizar más fuerte a sus rivales y dejarles K.O sobre la lona utilizaba yeso en el interior de sus guantes, un florete mágico que activaba los tocados en la modalidad de esgrima, contratar a un matón para que le parta la pierna a tu mayor rival en patinaje artístico, un golfista que salía por delante de sus rivales para colocar la bola donde mejor le convenía en el green, transfusiones de sangre y dopaje mecánico en el ciclismo, y hasta una selección (española) de baloncesto paralímpica en la que solamente dos de sus integrantes eran discapacitados intelectuales.
Las trampas forman parte de la condición humana. Sin embargo, solamente un hombre ostenta el dudoso honor de ser considerado el primer maratoniano tramposo en la historia del atletismo: el griego Spiridon Belokas, uno de los dieciochos atletas participantes en la prueba más exigente de los Juegos Olímpicos de Atenas 1896.
Por aquel entonces terminar la maratón ya era toda una odisea. Los atletas extranjeros, mejor preparados físicamente, salieron escopetados como si de una prueba de velocidad se tratara. Un error que pagarían a la postre. Ellos fueron los dominadores desde el pistoletazo inicial hasta mitad de carrera, momento en el que empezaron a caer como moscas debido al calor y al excesivo ritmo.
El relevo fue tomado por los atletas amateurs griegos que hasta ese momento habían quedado relegados a un segundo plano, a pesar de que corrían en casa y contaban con el apoyo del público. Spiridon Louis, un joven pastor heleno de 23 años, se puso en cabeza y fue el primero en entrar en el Estadio Panathinaikó para convertirse en el primer campeón olímpico de maratón. El segundo atleta en cruzar la línea de meta fue Charilaos Vasilakos, mientras que en tercer lugar lo hizo Spiridon Belokas, el protagonista de esta historia.
El cuarto clasificado fue el húngaro Gyula Kellner, que con un mosqueo importante, presentó formalmente una reclamación argumentando que poco antes de llegar al estadio vio cómo un carro con Spiridon Belokas subido en él le adelantaba y posteriormente completaba los últimos metros corriendo. Una artimaña que sirvió de inspiración casi un siglo después a Rosie Ruiz, la atleta que cogió el metro para ganar la maratón de Boston en el año 1980.
Belokas se hizo ‘el longuis’ pensando que nadie le había visto, pero para su infortunio varios testigos corroboraron la teoría de Kellner. El Rey Jorge I de Grecia ratificó su descalificación. Regaló su reloj de oro al atleta húngaro que le acreditaba en el tercer escalón del podio, dejando a Belokas como el primer maratoniano tramposo de la historia del atletismo y convirtiéndose en la vergüenza del país.