Prepararnos para una maratón, una media maratón, correr cada día… nadie duda de que es saludable y beneficioso, pero lo es siempre y cuando no pasemos la línea que separa una afición o reto de una obsesión. De hacerlo entonces estaríamos hablando de runnorexia, un trastorno obsesivo que deriva en una peligrosa adicción.
“Por lo general, los síntomas son idénticos a los del adicto al juego, al ayuno o adicción a cualquier tipo de ejercicio físico. Es decir, cuando correr deja de ser una actividad placentera que no se comporte con otras conductas saludables como socializar, descansar, parar ante lesiones, disfrutar de otros hobbies, de la familia… entonces estamos ante un problema de adicción”, explica María Díaz Marsá es profesora de psiquiatría y directora de SOMMOS Desarrollo personal
En perder la perspectiva de lo que supone el running en nuestras vidas y por que lo practicamos está el quid de la cuestión. Una vuelta de tuerca curiosa y con muchos riesgos pues, el deporte que suele recomendarse para aliviar tensiones o prevenir enfermedades físicas, se convierte en un problema con base biológica. Existen señales que deben alertarnos, como cuando el hobby deja de disfrutarse y “se constata que la persona que no puede practicar su actividad física sufre síntomas como ansiedad, depresión o irritabilidad, y todo queda supeditado a esa única acción. La persona que lo padece convierte la actividad de correr en el elemento más importante de su vida, por encima de todo”.
Convertir el running en el centro de nuestras vidas, más allá de las consecuencias físicas favorables, y dejar de lado obligaciones sociales u otros intereses puede suponer una obsesión que requiere de un especialista para solucionarlo. La experta recuerda que esta obsesión, como cualquier otra adicción, repercute en la salud mental del corredor y que además afecta a la salud física, al exponer al cuerpo a un rendimiento exhaustivo por encima del cansancio o las lesiones.
La sensación de felicidad que producen las endorfinas acaban por desaparecer para dar paso a la ansiedad. Suele afectar principalmente a personas con baja autoestima o con mucho estrés, personas que encuentran en el running una forma de escape a sus problemas diarios.
Por ello la directora de SOMMOS recomienda estar muy alerta para evitar que el ejercicio físico deje de ser saludable.
“Es importante detectar a tiempo cuando la práctica deportiva deja de ser un hábito de disfrute para convertirse en una esclavitud. También debemos saber escuchar a los amigos y familiares cuando comunican que el deporte se ha convertido en una obsesión. Y parar, parar cuando se sienta fatiga o se sufran lesiones y reconocer cuándo correr se ha convertido en una obsesión”, aconseja.
Corrersí, pero con la cabeza bien fría y controlando los tiempos y esfuerzos.