Algo muy común en todo ser humano fitness que se precie es disfrutar de una agradable ducha tras realizar ejercicio físico. Las duchas de los gimnasios son un verdadero ir y venir de cuerpos musculados que buscan un poco de respiro entre tanto sudor. Aunque también están los que prefieren ir a casa y disfrutar de ese momento con mayor intimidad.
Sin embargo, lo más seguro es que ninguna de estas personas esté pensando en su temperatura corporal y en cuánto tiempo debería esperar para meterse en la ducha. Porque sí, amigos del sudor, no por meternos antes de la ducha vamos a dejar de sudar y a eliminar toxinas.
Los tres factores que condicionan la ducha post entrenamiento
Hablemos primero de la sudoración y de su importancia durante el ejercicio físico para después entender por qué una ducha temprana o tardía puede ser perjudicial para nosotros.
Durante nuestra rutina fitness, nuestra temperatura corporal aumenta haciendo que sudemos. Y la sudoración no es otra cosa que nuestro termostato. Además, cuanto más alto suba la temperatura corporal más tendrá que trabajar el organismo para mantenerla estable y que no suframos un colapso. Así pues, esas pequeñas gotas de sudor son las que nos avisan de que nuestro organismo está bien refrigerado. Ahora bien, ¿qué pasa cuando terminamos de hacer ejercicio? Pues que no paramos de sudor inmediatamente, de ahí que debamos esperar un tiempo (que ahora indicaremos) hasta que cese nuestra transpiración.
Una vez aclarado este punto, pasemos a analizar los tres factores que entran en juego en nuestro paso por la ducha:
La temperatura externa
No es lo mismo entrenar en ambientes cálidos que en entornos fríos. Lo que está claro es que cuanta más alta sea la temperatura, nuestra transpiración también será mayor. El problema es que en salas o climas con temperaturas más bajas puede que no sudemos y eso nos lleve a pensar que nuestra temperatura corporal no ha subido. Error. Tu termostato corporal sigue funcionando pero no necesita sudor debido a la temperatura ambiental.
La intensidad de nuestro entrenamiento
Cuanto más intenso, más transpiramos. Sin embargo, no hay que perder de vista que, como en el caso anterior, no sudar a chorros no significa que nuestra temperatura corporal no se haya elevado.
Cuestión de genética
También hay que contar con el factor genético de cada uno. Hay personas que sudan muy poco durante el ejercicio, aunque estén corriendo un maratón, y otras que sudan con solo tocar una pesa. Eso sí, si eres un deportista consumado, tu organismo comenzará a sudar de manera rápida debido a que ya está acostumbrado a mantenerla a raya con poco esfuerzo.
Dicho todo esto, ¿cuándo hemos de ducharnos?
En términos generales, todos deberíamos meternos en la ducha cuando nuestra transpiración haya cesado. Es decir, cuando ya no estemos sudando. ¿Por qué? El quid de la cuestión es que si nos ponemos bajo el grifo cuando aún estamos transpirando, nuestra temperatura corporal está tan alta que abusaremos del agua fría. Y cuando eso pasa, obtenemos el efecto contrario. ¡Sudamos más!
También hay que tener en cuenta la temperatura exterior a la que nos enfrentamos al terminar nuestra actividad física. Si hace frío, lo mejor es que esperes a dejar de sudar con ropa nueva y no la que has utilizado durante el entrenamiento. Así evitarás constipados o enfriamientos innecesarios. En caso de que la temperatura ambiental sea cálida, puedes esperar a que cese tu transpiración con la misma ropa.
De nuevo, con frío o calor, lo importante es que tu temperatura corporal se haya regulado y, repetimos, eso solo se consigue cuando nuestro organismo deja de transpirar. ¿Ha quedado claro?
¿Y el agua de la ducha qué?
Si esperas a dejar de sudar para ducharte, la temperatura del agua no afectará a tu transpiración. Sin embargo, se recomienda ducharse con agua templada (ni frío ni calor) para relajar los músculos tras el esfuerzo físico. Ya se sabe, los extremos nunca son buenos.