Un maratón no es algo que se deba tomar a broma. Es una carrera que hay que preparar concienzudamente y que te va a suponer, en el mejor de los casos, un ciclo de entrenamiento específico de doce semanas. Sin duda, esta preparación es lo más duro de enfrentarse a los cuarenta y dos kilómetros. Os cuento de qué manera he preparado el Maratón de Nueva York.
Como en los últimos 6 años he dejado que Óscar de Coentrena me guiara durante el camino hacia la salida del maratón. Óscar me preguntó cuál era mi objetivo. “Fácil” le dije, “acabar, sufriendo lo menos posible, esta vez sólo quiero disfrutar todo lo que no pude disfrutar en 2011”.
Y con esa premisa comencé a prepararme. No porque no pensara en bajar mi marca o correr a cierto ritmo iba a tomarme menos en serio mi entrenamiento. Lo que sí he notado ha sido mucha menos presión. He disfrutado como pocas veces antes entrenando. Incluso los ejercicios de fuerza se me han hecho menos pesados. ¡Todo un lujo!
Han sido doce semanas de entrenamiento específico. Con un poco de todo, como en botica. Rodajes suaves, cambios de ritmo, ricas cuestas de esas que cuestan, series largas y cortas, técnica de carrera y como no, nuestras queridas tiradas largas. Un programa muy parecido al de otras ocasiones pero con alguna modificación que otra.
El cambio más importante se ha producido en las tiradas largas. Hemos cambiado volumen por calidad y hemos introducido una variante previa a estos rodajes: el entrenamiento de fuerza. ¿Y cómo es eso? Pues muy fácil a la par que ‘jodido’ para las ‘patas’.
La rutina empieza con un calentamiento en movilidad, después un kilómetro suave y luego… llega la tortura. Doce minutos de ejercicios de fuerza encadenados. Sentadillas, multisaltos, zancadas atrás y otra serie de ejercicios que hace que te acuerdes de los ancestros de tu señor entrenador.
En esos doce minutos te da tiempo a sudar como un pollo y a que las pulsaciones se te pongan por las nubes. Cuando acabas ese corto espacio de tiempo que se te hace eterno es cuando empieza lo bueno. Toca hacer la tirada larga. En mi caso han sido dos entrenamientos de este tipo, de 21 y 25 kilómetros.
Las sensaciones que tienes al empezar a correr son extrañas, por una parte parece que no tienes piernas, que te las has dejado ese día en casa pero a los pocos minutos sientes algo distinto… es como si tuvieras las rodillas pegadas al resto de la pierna con chicle.
Cuando pasan un par de kilómetros la normalidad llega como un soplo de aire fresco. Pero ese aire fresco no dura mucho. Cuando llevas ya un tiempo corriendo, la fatiga muscular te da un ‘zas en toa las piernas’. Ese es el objetivo: correr con fatiga acumulada pero sin sumar tantos kilómetros, evitando de esta forma lesiones por sobrecarga.
El resumen es que he corrido menos kilómetros que en otras preparaciones pero poniendo más énfasis en el entrenamiento de fuerza y también en la calidad y no tanto en la cantidad. ¿Cómo saldrá? El día 5 de noviembre lo sabremos.
Lo que tengo muy claro es que voy a disfrutar cada uno de los cuarenta y dos kilómetros del maratón. Me da igual el ritmo, si tengo que parar una y mil veces a sacar fotos o a beber en los avituallamientos. Quiero vivir la fiesta que Nueva York pone ese día a disposición de los corredores. La vida me ha dado una segunda oportunidad y esta vez no pienso desaprovecharla.