Las Navidades están a la vuelta de la esquina y tú, amigo del fitness, del running y de la vida sana, no quieres echar por tierra todo lo conseguido tras meses de sangre, sudor y lágrimas. Totalmente entendible. Pero claro, ante ti, como de vallas dispuestas en una carrera de obstáculos, se ciernen tentaciones gastronómicas suculentas de lo más deliciosas.
Comidas copiosas, grasientas (aunque tu madre te diga que las hace con cariño, amor y de manera casera) e hipercalóricas te esperan cual monstruo de las galletas para devorar ese sick-pack que se esconde bajo el jersey navideño (y horrible) que te ha comprado (por sexto año consecutivo) tu abuela.
¿Cómo evitar la tentación?
No se trata de esquivarla, se trata más bien de aprender a lidiar con ella. Más que nada porque pedirle al chef navideño de turno (quien se pasa horas y horas cocinando con la ilusión propia de un niño la noche de Reyes) que te prepare unas pechugas de pollo a la plancha y una ensalada puede ser el detonante para que te regale carbón y no ese par de zapatillas nuevas que tanto necesitas para ir al gimnasio.
Así pues, lo mejor que puedes hacer esta Navidad es sentarte a la mesa y enfrentarte a los platos con la inteligencia del mejor gurú de la nutrición. Aquí tienes los 10 trucos que te mantendrán en sintonía con la báscula.
No te saltes ninguna comida
Ni se te ocurra prescindir de las cinco comidas al día. En serio. Pensar que como vamos a cenar un montón en Nochebuena, lo mejor sería no comer nada en todo el día (o saltarnos la comida y la merienda, por ejemplo) es totalmente contraproducente. La razón es que llegarás a la cena con un hambre voraz y comerás más de la cuenta. ¿Y qué ocurre si eso pasa? Pues que podrías llegar a ingerir, solo en esa cena, unas 3.000 calorías.
Lo mejor es que realices el resto de comidas de ese día con total normalidad y así no te pegarás la comilona propia de quien ha realizado un ayuno totalmente innecesario y muy peligroso.
Bebe mucha agua
El agua nos ayuda a limpiar el cuerpo ya que gracias a ella eliminamos toxinas. Así pues, déjate de infusiones milagrosas post festín y no te separes de la botella (de agua) durante estas fiestas. Además, antes de sentarte a la mesa, beber dos vasos de agua te hará sentirte un poco hinchado y comerás menos.
Evita el picoteo
A todos nos gusta echar una mano en la cocina preparando los canapés, los entrantes, las bandejas de los postres… ¡Error! No te digo que no ayudes, tampoco se trata de eso. Pero intenta no hacer la de “uno para el plato y uno para mí”. Te aconsejamos que si eres de voluntad débil no pises en exceso la cocina durante esas fechas.
No repitas
Lo sentimos pero esto no es como pedir otra en los conciertos. Come un solo plato y después pasa al siguiente. Si te has quedado con ganas de repetir y no puedes evitar querer probarlo de nuevo, dile al chef que te guarde un poco y cómetelo al día siguiente. Así tampoco tendrás que pensar en qué cocinar tras la resaca navideña.
Come en plato pequeño y suelta los cubiertos
La tentación habita más en platos grandes y hondos. Por tanto, no es mala idea comer en un plato más pequeño (tampoco hace falta que sea de postre, pero que no parezca una plaza de toros) y soltar el cuchillo y el tenedor cada vez que das un bocado a tu comida.
Sí al vino, no a las copas
El mayor problema al que nos enfrentamos durante las Navidades respecto al alcohol es que mezclamos. Bebemos vino durante las comidas y cenas, pero después nos lanzamos a los brazos del ron, la ginebra, el vodka… Como es imposible pedirte que seas un abstemio navideño, lo mejor es que si bebes vino durante la comida, sigas bebiendo lo mismo incluso en la sobremesa. Y si comes o cenas con agua, date el capricho de un par de copas, pero siempre de la misma bebida.
Adiós coche, metro, bus y hola piernas
En Navidad la ciudad se convierte en una jungla de asfalto con coches cargados de comida y regalos. Ajá. A no ser que tengas que desplazarte una larga (muy larga) distancia, lo mejor es que vayas andando a todas partes. Ah, y también olvídate de ascensores y escaleras mecánicas.
No te quedes con las ganas
Muchas veces nos esforzamos tanto en no comer algo porque sabemos que engorda que lo suplimos comiendo mayor cantidad de otra cosa, aun teniendo menos calorías. Así que obtenemos el mismo resultado con el agravante de que nos frustramos por no haber saciado nuestro antojo foodie.
No a la siesta
Sé que es difícil, pero levantarte de la mesa y tumbarte en el sofá no es una opción inteligente si quieres ganarle el pulso a la báscula. Lo más inteligente es proponer salir a dar un paseo para disfrutar de las luces, la decoración… Cualquier cosa con tal de activarte y no pelechar en el sillón.
Y el décimo y más importante de todos:
Come como si no fuera Navidad
Que en tu cerebro no se instalé eso de “por un día no pasa nada” o “es una ocasión especial”. Que haya comidas y postres de las que no disfrutamos todo el año (porque no queremos) no te da derecho a comer cual Obélix en la Galia.