De los chalecos de electroestimulación conocemos sus múltiples beneficios pero ¿existen efectos negativos? Haberlos haylos, sobre todo cuando su uso no es el correcto.
"Son equipos de muy alta tecnología que producen un consumo energético sin precedentes, un desgaste físico y una gran alteración metabólica", explica Alexander Pérez Roldán, Ingeniero Superior Industrial, Responsable Técnico de Lexter Microelectronic Engineering Systems.
Su uso es pues estrictamente profesional. Sin embargo su salida al mercado está produciendo ventas entre usuarios sin formar, lo que da lugar a consecuencias indeseadas.
“Hay documentados casos en los que se han sufrido alteraciones renales o hepáticas ligadas al uso extremo de esta tecnología, aunque sean en una mínima proporción comparada con las miles de personas que lo practican”, indica Pérez Roldán.
Estos son daños similares a los que sufren deportistas de élite, corredores de maratones o de deportes extremos y que están relacionados con la falta de supervisión de un experto.
Es la cara B del chaleco, esa que asoma cuando infravaloramos lo que tenemos entre manos. Hablamos de un entrenamiento que en 20 minutos ocasiona un daño similar al de varias horas de ejercicio intenso habitual.
Agujetas, dolores musculares y un fuerte agotamiento después de la sesión sin consecuencias consideradas normales, excederse del tiempo recomendado puede empeorar los síntomas.
"Se recomiendan una o dos sesiones semanales como máximo. Siempre en correspondencia con el estado físico del usuario, su edad y ritmo de vida. Si se exagera el tiempo de entrenamiento o la intensidad del mismo puede presentarse un cuadro de rabdomiolisis, un proceso de muerte celular programado ante una situación de estrés muscular", incide el ingeniero de AQ8 System, insistiendo que, en cualquier caso, la mayoría de equipos vienen programados para detenerse automáticamente al terminar el periodo de tiempo estipulado.
Para evitar sustos, e independientemente del tiempo que lo usemos, deben evitarlo embarazadas y lactantes, personas con problemas renales, hepáticos u óseos, hernias, además de aquellos quienes lleven dispositivos eléctricos como marcapasos o prótesis.
El chaleco es efectivo
pero en ningún caso es un juguete, solo debe ser manipulado por profesionales que puedan acreditar una formación
acreditada.