Después de millones de años de evolución, en los que el ser humano caminó grandes distancias y corrió con brío para cazar, seguimos naciendo sin tacón y sin drop en los pies.
Pues bien, para las grandes marcas de calzado y para un número no pequeño de profesionales de la salud, se entiende que eso supone una tara evolutiva del hombre, por lo que lo corrigen en los niños desde bien temprano desde hace aproximadamente 40 años. También en los adultos.
“Esencialmente no se basan en ningún estudio científico. Hay que tener en cuenta que la idea de añadir goma al talón de las zapatillas deportivas viene de los años 70 y jamás pasó filtro científico alguno”, explica Daniel Ruiz, fisioterapeuta y co-director de Osteopatia i Fisioteràpia Cornellá
También alucina Raúl Horche, director de Zen Dynamic con la morfología del tipo de calzado más extendido entre los niños: estrecho, duro y con tacón.
“Cualquier pequeña elevación del talón tiene un impacto negativo en nuestra postura, la eficiencia e integridad de la estructura corporal, y su capacidad elástica”, divulga Horche, a la vez que recuerda que cuando ve ‘el calzado para niños le duele el corazón’ debido a las lesiones que eso podría generar en el futuro.
Para los que no sepan todavía de qué se está hablando aquí: el cuerpo humano en su larga evolución no ha evolucionado para caer de talón al correr o saltar.
Para poder hacerlo, necesita ponerse amortiguación en el talón y cambiar su movimiento natural y óptimo de carrera, lo que aumentaría la probabilidad de lesionarse. Ni siquiera al andar el cuerpo humano necesita una elevación de talón.
Entonces, ¿por qué las marcas de niños diseñan zapatos con drop y tacón? Después de haber preguntado a algunas de ellas muy conocidas no he obtenido ninguna respuesta. No las voy a nombrar. Por vergüenza ajena.
Y eso, a pesar de que les di facilidades: “¿Lo hacen ustedes por continuar la tendencia de las últimas décadas? ¿Es por moda? ¿Es para que las niñas vayan acostumbrando a su cuerpo a esos altos tacones de sus madres? ¿Es para que ellos parezcan más altos de lo que son? ¿Es para que de mayores tengan esa necesidad creada, tanto física como mental?¿Es porque hay estudios científicos que indican que sea beneficioso para la salud? ¿Me los podrían facilitar?”, les pregunté. Nada.
Aunque esas marcas no fabriquen zapatillas, me hubiera encantado recordarles que si analizamos la infancia de los grandes corredores africanos de la actualidad observamos que en una inmensa mayoría no anduvieron ni corrieron calzados hasta, al menos, el comienzo de su adolescencia.
Y curiosamente todos desarrollaron una técnica de carrera excelente que mantienen, en general, con zapatillas. Frente a eso, los corredores del ‘primer mundo’ gastan cientos de horas en tener una ‘buena técnica de carrera’. La relación parece clara, aunque evidentemente hay otra serie de factores determinantes para sus grandes capacidades atléticas.
Los tacones han tenido en la historia dos funciones claras: Estética, por un lado, y de utilidad por otro para que los jinetes no se resbalasen de los estribos de las monturas de los caballos. Obviemos aquí que los indios americanos, geniales jinetes, montaban descalzos o con calzado ‘minimalista’.
Casi sin calzado que favorezca el fortalecimiento del pie del niño
No es tarea fácil encontrar calzado plano, de suela fina y flexible para niños a partir de 2 años. Aquellos padres que quieren que sus hijos se muevan de manera natural y que los músculos de sus pies se fortalezcan, lo tienen crudo.
“Si tenemos en cuenta que lo que prima para las grandes marcas es vender (obviamente) y que los consumidores, en general, tienen una visión distorsionada, promovida no solo por las propias compañías sino por profesionales de la salud, de lo que es un calzado adecuado, nos encontramos con la perfecta unión de quien produce el producto exacto que el consumidor quiere. Partiendo de esa base, elaborar un zapato flexible, plano y ancho, es un suicidio comercial”, analiza Daniel Ruiz.
Toca también preguntarse, lógicamente, por la consecuencia en la edad adulta de la elevación del tacón. Y toca hacerlo más allá de la práctica deportiva, en la que es evidente de la cantidad de lesiones entre los corredores a pesar de sus zapatillas amortiguadas y con drop.
Es cierto que cuando los adultos ya tienen sus cuerpos adaptados a los tacones, el introducir en sus vidas calzado plano cuesta y puede resultar duro para el cuerpo (no imposible).
Si a una señora mayor le duele la espalda, y lleva tacones, quitárselos de golpe sería perjudicial. Pero con toda probabilidad el haber llevado tacones toca su vida sea la causa de sus dolores de espalda. El origen de los problemas está ahí, en la infancia.
Un ejemplo: la temida lesión de rodilla o dolor crónico. En la actualidad hay un anuncio en la televisión de un producto inflamatorio en el que una mujer, que lleva tacones de una altura considerable, dice sufrir un dolor terrible. La solución que se propone: un ungüento antiinflamatorio. Pero eso sólo atajará el efecto, no la causa. No sentirá dolor y gracias a esos zapatos se acercará irremediablemente mala lesión.
Corrección de la pronación y media bota que cubra el tobillo
La necesidad de corregir la pronación en el calzado de adultos empieza a forjarse en el calzado infantil, que también cuenta con ella. ¿Y es necesaria? ¿Realmente el humano ha evolucionado tan mal? Ante una respuesta afirmativa se estaría rozando, de alguna forma, el creacionismo.
“La pronación es un movimiento natural del ser humano para amortiguar los impactos. Si el desarrollo es normal, y la pronación no da sintomatología de ningún tipo (no solo dolorosa, sino fatiga muscular o tropiezos), no considero que sea necesario corregirla, aunque sí seguir su evolución”, divulga Marina Fernández, podóloga especializada en niños de la Clínica La Malagueta.
Cada vez hay más profesionales que están de acuerdo en eso. “El niño tiene un pie flexible que hunde el puente. En realidad ello provoca un varo del retropié, una pronación del mediopié y una supinación del antepié. Algo más complejo de lo que se intuye. En realidad no necesita ninguna corrección”, apostilla César Galo, de la Unidad de Ortopedia Pediátrica Vall d’Hebron.
No sólo corrigen la pronación. Ante las botas que tienen casi todos los zapatos de invierno de los niños a partir de los 2 años, el Dr. Galo no puede ser más claro.
“Un zapato rígido no deja que se desarrolle la musculatura intrínseca del pie. Un tobillo con limitación del movimiento no deja que se desarrolle la musculatura extrínseca del pie. Esas limitaciones son perjudiciales para el desarrollo de las habilidades y de la función de tobillo y pie”, argumenta.
Salvo casos graves que impidan el natural movimiento, en general los niños se desarrollarán de forma feliz y saludable sin que se les corrija la pronación y con calzado ancho, plano y flexible que promueva el desarrollo natural del pie.
Cuánto más proteja el calzado y menos movimiento le permita hacer, mayor debilidad provocará en los músculos de los niños y mayores.
Por último, conviene volver a recordar que el cuerpo humano no está preparado para soportar grandes impactos con el talón y no está preparado para amortiguar de forma natural si se impide el movimiento de la pronación.
La única forma de lograrlo es poniendo airbags en los pies o guantes de boxeo que amortigüen los golpes, esto es, zapatillas con amortiguación.
Pero, claro, no parece lo mejor usar los airbags cada dos por tres y conviene no olvidar los K.O. que se producen en el boxeo. Cuanto más protección en los pies, mayor fuerza habrá de impacto.
Un calzado infantil adecuado es aquel que siendo plano deja libertad al pie para moverse de la forma en la que está preparado y que protege la piel con una fina capa ante las abrasiones del terreno. Ahora, id a cualquier tienda en busca de calzado infantil plano. Vuestra sensación será la de estar cazando gamusinos.