Se acercan las fiestas navideñas y ya empiezas a agobiarte con la comida. Normal, deberías tener asumido que los kilitos de más que habías conseguido eliminar gracias a estos meses de entrenamiento van a volver a casa por Navidad, concretamente se van a quedar bien pegados a tu cintura y abdomen. ¿Será posible acabar con este vaivén de tallas y pesos? Resulta que sí, y sin pasar ni una pizca de hambre.
Nada de cirugías, rituales ni pactos con el diablo, una reciente investigación danesa ha dado con el 'secreto' -que queda más mágico- para mantenernos en el mismo peso sin altibajos. La clave, según demostraron los expertos, es tan simple como erradicar de nuestra rutina la sensación de hambre responsable de que andemos picoteando entre horas y saltándonos la dieta sin parar.
Para llegar a estas conclusiones, se llevó a cabo un seguimiento de los niveles hormonales de 20 personas obesas que, después de alimentarse con una dieta especial durante 2 meses, perdiendo de media el 13% de su peso corporal. ¿Objetivo? Que mantuviesen esa nueva masa estable durante un año.
Al parecer, los niveles de grelina -también conocida como la hormona del apetito y responsable de generar esa insaciable sensación de hambre- aumentaron generosamente cuando los participantes empezaron a perder peso. Como si adelgazar no fuese lo suficientemente difícil, encima nuestro organismo nos juega la mala pasada de hacernos pasar un hambre voraz. Fantástico.
Pero no todo es tan dramático: los expertos encontraron que aquellos capaces de soportar la insidiosa presión de la hambrienta hormona durante un año, eran capaces perder peso y erradicar su infuencia para siempre.
“Sus cuerpos se adaptaban al nuevo peso lentamente a lo largo de 12 meses. Pero a medida que se acostumbraban disminuía sensiblemente la producción de la hormona del hambre”, explicaba en nota de prensa Signe Sørensen Torekov, coautora del estudio.
12 meses con resultados de por vida
Los investigadores también encontraron que dos tipos de hormonas que nos ayudan a sentirnos saciados y plenos, los péptidos GLP-1 y PYY3-36, aumentaron constantemente en los sujetos durante el año siguiente a haber logrado la pérdida de peso.
Los expertos creen que la grasa corporal adicional podría ser la responsable de nuestras células tengan dificultades para producir estas hormonas de saciedad, por lo que perder la grasa y mantenernos en esa nueva talla puede permitir que la producción de éstas vuelva a la normalidad.
En resumen: si consigues mantenerte en un peso durante un año la sensación de hambre desaparecerá por sí misma y te será mucho más sencillo evitar los tediosos vaivenes de tallas.
¡Tu propio cuerpo será el que te ayude a evitar las tentaciones! Dale tiempo, unos 12 meses, y verás. ¿Propósito de año nuevo? Ahí lo dejamos.