Igual que en cualquier otra práctica deportiva, no es recomendable comer antes de una sesión de yoga si no quieres hacer la digestión en plena clase, con todas las molestias que eso te va a ocasionar: pesadez, mareos, naúseas, ardor de estómago, reflujo, falta de energía...

Pero en yoga, además, suelen hacerse posiciones invertidas –desde Addho Muka hasta Sarvangasana), que pondrán tu estómago al revés y harán que, literalmente, lo que hayas comido vuelva hasta la boca, produciéndote no sólo incomodidad sino reflujo, mareo y ganas de vomitar.

Por no hablar de las torsiones, que comprimen y retuercen tu abdomen para masajear los órganos internos, lo que hará que los alimentos y juegos gástricos que haya en tu estómago suban de nuevo por el tubo digestivo ocasionándote una desagradable sensación.

Si además has hecho una comida copiosa, te costará mucho más moverte porque tu cuerpo estará enviando el flujo sanguíneo al estómago para ayudar en el proceso digestivo, lo que reducirá tu fuerza y agilidad. Y, por supuesto, en las posiciones más estáticas y en Savasana, la relajación final, tenderás a quedarte dormido, cuando el objetivo del yoga es estar plenamente consciente durante su práctica.

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Qué comer antes y después de hacer yoga

Dejando, como hemos visto, un tiempo prudencial para comer antes de practicar yoga, también es importante qué alimentos tomas antes y después, porque de ellos dependerá también cómo te sientas durante la sesión.

Te sientan bien. El aguacate, los frutos secos, la fruta, el agua y líquidos (pero no en exceso, nunca te hinches), los yogures, la avena o el pan integral. Si haces yoga por la mañana puedes hacer un desayuno saludable combinando este tipo de alimentos. Si no has tenido tiempo de comer y el hambre puede impedirte disfrutar de tu clase de yoga, toma un plátano, un yogur, un smoothie o un puñadito de frutos secos sin tostar (almendras, nueces o anacardos al natural) 15 min antes como máximo.

Te sientan mal. En general, hacer una comida justo antes de practicar yoga no es aconsejable, sobre todo si incluye grasas, alimentos pesados o flatulentos. El zumo de naranja o el café tampoco son recomendables justo antes de una clase, ya que podrían causarte ardores. Igual que la comida fast food, que seguramente se repetirá y te provocará una mala digestión. Los refrescos con gas tampoco, ya que podrían ponerte en un aprieto debido a los gases.

Te sienta fatal. El alcohol es muy mal amigo del yoga. Si vas a salir la noche anterior y quieres practicar yoga temprano al día siguiente, no bebas, ya que correrás el riesgo de deshidratarte y sufrir un espantoso dolor de cabeza.

¿Y después de la práctica? Después de una clase de yoga, sobre todo si ha sido intensa (como Vinyasa, Asthanga o Bikram) es importante hidratarse y subir el nivel de energía. Son perfectas las infusiones (prueba las de jengibre), el agua, los zumos naturales y la kombucha, la bebida yogui por excelencia, una bebida fermentada con efecto probiótico y de moda entre los yoguis de todo el mundo. Si necesitas un poco de glucosa, toma dátiles naturales, un poco de chocolate negro, una pieza de fruta o frutas deshidratadas.

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Pensando en una comida posterior más sólida, procura tomar una ración de proteínas de calidad (pescado, pollo, pavo, legumbres, tofu), otra de hidratos integrales y otra más grande aún de frutas y verduras frescas.

¿La buena noticia? A medida que practicas yoga vas aumentando tu conciencia corporal y respecto a tus hábitos de vida, lo que hará que quieras alimentarte mejor y escojas mejor lo que te llevas a la boca.