Aguantar como pareja a un aficionado al fitness como tú no es fácil no es fácil y eres consciente de ello. Que si vamos a comer a otro sitio que en ese restaurante de comida rápida no hay ensaladas; que si vamos a quedar un poco más tarde, cari, que antes tengo que ir al gym; que si espérame que tengo que pasar por el súper a comprar más brócoli y aguacates...
Eres un ejemplo a seguir de vida sana, pero chico, qué paciencia. Lo mismo te ocurre a ti a la inversa: no aguantas a la gente sedentaria. Total, que te has propuesto que tu próximo ligue sea una persona apasionada del fitness como tú. Identifícalas a la primera.
Lee los callos de sus manos
No hace falta que hagas un cursillo para volverte pitonisa. No se trata de hacer una lectura de manos, aunque es parecido. En esta ocasión tu misión es de detectar si en sus manos hay durezas.
Consigue acceder a sus palmas cuando conozcas a esa persona: fíjate cuando coja la copa en la barra de la disco, dale la mano, hazle un truco de magia... Si tiene callos en las palmas, seguramente estés ante alguien aficionado al gimnasio. Ya sabes que aunque uses guantes para levantar pesas las manos siguen delatando tu pasión por los hierros.
No pide refrescos azucarados, ni cerveza, ni alcohol
Desde que has visto cómo cruzaba de un lado a otro de la discoteca no has podido quitarle la vista de encima. ¡Ay, el amor a primera vista! Te enamoras a primera vista una media de siete veces cada sábado noche, pero no pasa nada, viva el poliamor, te dices a ti mismo.
El caso es que has visto a alguien que te ha quitado el hipo y tus dotes de agente de la FBI te han hecho llegar a una conclusión: estáis hechos el uno para el otro. En toda la noche no ha pedido en la barra ni una gota de alcohol. Refrescos light, agua y una bebida energética sin azúcar le han bastado para bailar sin parar. Y tú ahí pasmado, sin entrarle. Es fit, así que vamos, no seas voyeur y pasa a la acción.
Lleva camiseta ajustada para que se le marquen bien los músculos
¡Uf, qué cuerpo tiene! Vaya, te has vuelto a enamorar. Te llama la atención lo ceñida que lleva la ropa. No, no es que se haya equivocado y haya comprado la talla XS de esa camiseta tan molona que luce. Lo que ha hecho es poner en práctica un truco muy utilizado por los aficionados al gimnasio: comprarse la ropa más pequeña para que quede más apretadita.
“Uh, qué agobio, qué calor”. Pues sí, pero más agobio y más calor se pasa haciendo el press de banca, así que son muchos los fitness lovers que se niegan a esconder sus bíceps bajo camisetas holgadas que ningunean toda esa masa muscular que merece ser exhibida.
Su cesta del súper le delata
Si lo tuyo ha sido amor a primera vista en la cola del súper, te habrás fijado, además de en su cuerpo serrano, en su cesta de la compra. Bien de pollo, bien de arroz, bien de brócoli, bien de pavo y bien de lechuga.
¿Eso de ahí son yogures 0%? Sí, lo son. Pues ya está claro, la persona por la que acabas de quedarte pillado cuida su dieta, así que puedes entrarle con la garantía de que, si la cosa sale bien, vais a poder compartir lista de la compra y gimnasio.
No suele comer o cenar fuera de casa
Cuando le propones quedar para cenar en ese restaurante tan cool que conoces y al que le quieres llevar para impresionarle, acaba haciéndote la cobra. Si solo te acepta el plan de quedar para tomar algo y ese algo acaba siendo un refresco light o si en el cine pasa de las palomitas, todo apunta a que estás saliendo con alguien fit. La persona que te gusta es más de llevarse su sándwich de pavo integral o su táper de arroz y pollo a todas partes. ¡Estáis hechos el uno para el otro!
Anda recto, no encorvado
Una de las grandes cosas que te aporta el fitness es que te educa a nivel postural y hace que en tu vida diaria lleves la espalda y el cuello en posición recta. Los andares de tu ligue te llamaron la atención desde el primer momento.
Lo suyo no es postureo, se nota que lo hace de forma natural. Los diferentes ejercicios con las pesas y máquinas del gimnasio hacen que lo de cuidar la postura para evitar lesiones se convierta en un hábito que se traslada a la vida cotidiana. Por cierto, si la cosa cuaja y llegáis al terreno más íntimo, su elasticidad te confirmará lo que sospechabas.