"Lo aconsejable es fomentar un estilo de vida saludable, y muchas veces la compañía ayuda y motiva a seguir practicando deporte, sobre todo si la otra persona tiene un nivel y unos objetivos similares", asegura Ana Lucas, Psicóloga Sanitaria de la Clínica Europea EMDR.
Supone una ventaja cuando la otra persona sirve de estímulo positivo y se comparten esfuerzos, superación y motivación recíproca. Además, "podemos disfrutar del ánimo, de la parte agradable de hacer una actividad en compañía, de estar entretenido, animado durante la realización de un esfuerzo", explica la especialista, que, sin embargo, incide en que puede ocurrir todo lo contrario y que nuestra pareja deportiva se convierta en un lastre.
"En estos casos pueden generar más desmotivación que refuerzo a la hora acompañarnos en el entrenamiento. Pero es importante señalar que el entrenamiento, la práctica habitual de deporte es un ejercicio de entrenamiento interior y personal. Durante los entrenamientos tenemos tiempo para pensar, para administrar nuestras fuerzas, para gestionar nuestro plan de preparación física: para cuidarnos. Es un tiempo de calidad que pasamos con nosotros mismos, uno de los pocos momentos que tenemos para disfrutar de nuestra propia compañía", destaca la psicóloga, entendiendo que poner el foco únicamente en el ejercicio ayuda a llegar antes a nuestra meta.
La soledad del deportista permite una concentración que ayuda a conocerse mejor, a escuchar con detenimiento al cuerpo y también a saborear cada logro conseguido con mayor intensidad. Hacerlo en compañía hermana y puede ser nuestro mayor incentivo.
En conseguir beneficios o inconvenientes también influye el cómo practicamos ese deporte, si somos de los que hacemos running o vamos al gimnasio y pretendemos mantener largas charlas puede que mantener el ritmo y la respiración adecuada sea más complicado de lo que pensamos. En estos casos puede ser positivo siempre y cuando no tengamos la sensación de falta de aire, pues "si al realizar las dos tareas a la vez el pulso se acelera, es mejor parar".
La función social del deporte tiene dos caras, si bien la positiva nos sirve como "empujón", la negativa hace que ralenticemos nuestro ejercicio o nos obligue a forzar más de la cuenta pretendiendo mantener una sincronía con el de al lado. A partir de aquí la elección es de cada uno, poner en una balanza si nos compensa esa compañía o preferimos disfrutar del deporte en solitario y tener un ratito para nosotros mismos.