“Podemos asegurar que el deporte ayuda a las personas agresivas a regular su agresividad, tanto que los psicólogos nos apoyamos en él para ayudar a estas personas a gestionar emociones negativas, como la ira o la agresividad. Incluso hay deportes, como el boxeo, que son especialmente beneficiosos en ese terreno”, explica Ana Lucas, Psicóloga Sanitaria en Clínica Europea EMDR.
La especialista explica cómo las endorfinas que se generan con el ejercicio interfieren positivamente en aquellas personas con altos niveles de testosterona, la hormona relacionada directamente con la agresividad, lo que contribuye a apaciguarlas.
Y en contra de lo que podríamos pensar, aquellos deportes que más ayudan no son ni el yoga ni los relajantes, siendo “los de mayor impacto y desgaste que los consiguen reducir los niveles de agresividad acumulada”, confirma la psicóloga.
Por ello entiende que el boxeo, cuyo entrenamiento asegura un ejercicio intenso en el que fortalecemos todos los grupos musculares desde los pies hasta la cabeza, es un buen entrenamiento de las emociones, ya que “la simulación de pelea en el boxeo nos enseña a poner siempre la inteligencia y la estrategia por encima de las emociones”.
Sin embargo ocurre que en la práctica de muchos deportes se dan con frecuencia casos de episodios agresivos, peleas o ira y es porque “el nivel de exigencia y competitividad son máximos y la gestión de las emociones es tan importante como el rendimiento”. Por ello, explica, la cancha o pista se convierte en todo un campo de batalla, siendo en estas situaciones tan necesaria una dosis como saber dosificarla.
La experta asegura que la agresividad, al igual que la ira o el miedo, cumple una función vital, cómo puede ser protegernos o defendernos, por eso es importante aprender también a enfadarse correctamente y resolver aquellas situaciones que nos produzcan estrés.
El deporte ayuda a la persona agresiva y también a la agredida, convirtiéndose en “una herramienta de gran utilidad tanto en menores que sufren acoso escolar o violencia o como en adultos agredidos, ya que fomenta la autoestima, la sensación de capacidad y motiva para la defensa”.
Además relaja y nos evade, todos beneficios que nos muestran la cara B de situaciones indeseables.