El próximo 8 de diciembre iba a correr la Media Maratón de Villaverde pero hace un par de días me llegó un mail diciendo que la carrera se había cancelado. Lo primero que pensé fue en la faena que me hacían pero después seguí dándole vueltas al tema. A la cabeza se me venían muchas preguntas y también me di cuenta que los corredores no somos los únicos damnificados en estos casos.
Para ponernos en antecedentes en mi caso en concreto, la Media Maratón de Villaverde es una carrera que lleva varios años celebrándose y en la que he participado en dos ocasiones. El recorrido siempre ha sido el mismo. Pero este año, según indicaba la organización en su comunicado, el ayuntamiento no ha autorizado la prueba por falta de seguridad para los corredores.
Y no, no es por el tema de la alarma terrorista ni por los niveles de contaminación. Es porque en algunos tramos del recorrido sería difícil la atención y el traslado de un corredor en caso de emergencia. Vale, me parece una causa totalmente comprensible. Pero, ¿por qué otros años si se ha autorizado si el recorrido era el mismo?
Es cierto que algunos puntos por los que se pasa son estrechos y se corre como mucho de dos en dos corredores. Pero por esa regla, no se podría celebrar casi ninguna carrera de montaña, donde muchos puntos son de muy difícil acceso y de peligro para la integridad de los corredores.
Quizá la solución en este caso concreto, el de la Media Maratón de Villaverde, se hubiera podido optar por dar al corredor la decisión de participar firmando un descargo de responsabilidad. En muchas otras carreras se hace. ¿O hay alguna razón más para no autorizar ciertas carreras?
Otro caso que fue bastante sonado, fue el de la Carrera de la Mujer de Sevilla. Las razones de su cancelación, minutos antes de la salida, no quedaron muy claras, ya que organización y el ayuntamiento de Sevilla dieron distintas explicaciones. Lo que sí quedó claro es que hubo unos grandes perjudicados, los corredores.
Sí, los corredores somos los que más perjudicados salimos. Ponemos nuestra ilusión, esfuerzo en preparar una carrera, nuestro dinero (que en la mayoría de los casos es reembolsado) y a veces incluso gastos en viajes y alojamientos, en una carrera que por diversas causas finalmente no se celebra. ¡Una putada!
Pero no somos los únicos que salimos perdiendo, ni mucho menos. Los organizadores, en la mayoría de los casos, también pierden lo suyo. Tienen que lidiar con decenas de estamentos, papeleos, permisos, patrocinadores, proveedores, voluntarios y como no los corredores, mientras su carrera pende de un hilo. La realidad es que en muchos casos el permiso final no se da hasta muy pocas horas antes de la carrera. Y eso, no es nada fácil de llevar.
Yo me pregunto, ¿es posible que las carreras populares (ciertas carreras populares) se hayan convertido en una molestia para ciertos ayuntamientos? Si no, no comprendo cómo se puede tener en vilo a organizaciones y corredores hasta horas antes cuando los trámites se inician muchos meses atrás.
Sé que es un tema muy peliagudo y del que se podría estar hablando y escribiendo durante horas. Por mi parte sólo espero que los ayuntamientos respeten a los pequeños organizadores y a las pequeñas carreras, si no es así, es posible que en unos años solo queden las grandes pruebas con decenas de miles de participantes y el resto hayan desaparecido.