Las imágenes de una corredora exhausta en la Media Maratón de Filadelfia me han hecho pensar de nuevo en la peligrosa deriva que está tomando el mundo de las carreras populares. El llevar a nuestro cuerpo a límites que no son sanos por el simple hecho de alcanzar una meta que quizá no sea la nuestra es cada día más habitual en las pruebas que cada fin de semana se disputan en nuestras ciudades.
Creo que este ‘fenómeno’ está causado por varios motivos. Uno de ellos es que la práctica del running es cada vez algo más cotidiano y habitual. De la misma manera que también es cierto que se le está perdiendo el respeto a la distancia.
Ahora mismo, parece que cualquiera puede correr diez kilómetros, una media maratón e incluso una maratón. ¡Y es cierto! Cualquiera puede, cualquiera que tenga un buen estado de salud y que se prepare adecuadamente para la carrera en la que quiera participar.
Por desgracia cada vez hay más personas que no se toman estos dos puntos en serio. Un chequeo completo, con prueba de esfuerzo y un tiempo de entrenamiento en el cual tu cuerpo se habitúe a los kilómetros que se quieren correr son fundamentales para que no se produzcan disgustos o al menos para minimizar los riesgos.
Los mensajes motivadores mal entendidos tampoco ayudan mucho. Para mí, son otra de las causas de que algunos corredores se vengan muy arriba. No tengo nada en contra del ‘A puto tope’, ‘Impossible is nothing’, ‘Where is the limit?’ o ‘Rendirse no es una opción’, pero todos estos mensajes salen sin filtro y llegan a cualquiera que al leerlos se cree que todo el ‘campo es orégano’, y no, no es así.
Hay que ser más responsable y quienes lanzan (o lanzamos) ciertas misivas tienen (tenemos) que tener más cuidado. Cada corredor somos un mundo y todos tenemos unos límites que hay que tener muy en cuenta. Encontrarse con ellos de golpe puede ser cuanto menos, desagradable por no decir algo más grave.
Creo que si corremos es principalmente porque nos hace sentir bien y nos divierte. También es cierto que a veces nos gusta competir contra nosotros mismos, arañar unos segundos o minutos a nuestras marcas, pero para eso tenemos que tener precaución de no dejarnos llevar e ir más allá de para lo que estamos preparados.
Las consecuencias de ‘pasarnos de rosca’ pueden ser trágicas. No tiene ningún sentido que por hacer una mejor marca personal o acabar una carrera de una distancia que nunca habías corrido antes acabes de mala manera. Y esto os lo digo por experiencia propia, terminar una carrera en una ambulancia no deja buen sabor de boca.
No pasa nada si un día una carrera no te sale como habías esperado o entrenado. No somos máquinas. Ser capaz de parar y pensar en lo que es mejor para ti tiene mucho mérito. Enfrentarte a ti mismo y decirte que no, que hoy no es el día. Eso también es de valientes. Que nadie te diga lo contrario.
Reconocer que no estás lo suficientemente preparado o que ese dolor puede acabar en una lesión grave o que las piernas no van por lo que sea no es fácil. Tomar la mejor decisión para ti y para tu cuerpo no es de cobardes, es de sabios.
Así que la próxima vez que te veas en una situación límite piensa en que es lo mejor para ti, no en lo que dirán o pensarán los demás. Como siempre digo: “carreras hay mil, pero cuerpo sólo tenemos uno”.