Convertirse en un finisher de la maratón. El sueño de muchos, pero al alcance de muy pocos corredores amateurs está ahora un poco más cerca gracias a las matemáticas, esa asignatura que es una ensalada de ecuaciones, matrices, derivadas, integrales, etc. y que tanto odiabas en tu época de estudiante en el colegio puede que ahora empiece a interesarte como runner aficionado.
Desde hace unos cuantos años, la relación entre las matemáticas y el deporte profesional podría considerarse como un serio noviazgo que aspira a convertirse algún día en un sólido matrimonio. Equipos de fútbol y baloncesto, escuderías de fórmula 1, tenistas, nadadores, ciclistas y golfistas son solamente algunos ejemplos de disciplinas deportivas que aplican parte del potencial que ofrecen las distintas áreas de las matemáticas para obtener mejores resultados y lograr un mayor rendimiento en las competiciones.
Sin embargo, ¿ocurre lo mismo cuando hablamos de números y deportistas amateur? La respuesta es sí, pero no. Las matemáticas ayudan a quienes practican un deporte como entretenimiento, pero de una forma algo más limitada o a menor escala. Los modelos matemáticos facilitan las predicciones en base a unas variables y esto conlleva una mejor toma de decisiones, como en el caso de un corredor aficionado cuyo deseo es acabar una maratón a toda costa.
Para alcanzar tal sueño, Benjamin Rapoport, un investigador y empollón de la Universidad de Harvard, ha hallado una fórmula matemática para que tu objetivo de completar los 42.195 metros, esa curiosa distancia que fue capricho de una reina, se haga realidad y no desfallezcas en el intento como consecuencia de una falta de energía brusca y repentina que suele producirse cuando ya has superado el ecuador de la carrera.
Entre los kilómetros 30 y 35, suele darse un fenómeno popularmente conocido como el ‘muro de la maratón’, lo que viene a ser la típica pájara. Este desvanecimiento se debe al cambio de sistema que realiza el organismo para conseguir energía. Hasta ese momento el cuerpo obtiene un refinado ‘combustible’ procedente del glucógeno almacenado en el hígado y nuestros músculos, pero una vez agotado éste, empieza a tirar de las reservas de grasa, una energía no tan eficiente que da origen al fulgurante agotamiento.
El modelo matemático, desarrollado por Rapoport y publicado en la revista ‘PLoS Computational Biology’, utiliza las siguientes variables: capacidad aeróbica (VO2 max) de la persona, tiempo fijado como objetivo para acabar la maratón, frecuencia cardiaca en reposo, peso y edad.
Posteriormente, este remix de datos se introduce en su pionera calculadora online (a disposición de cualquiera). El resultado arroja una estimación de la velocidad a la que deberías correr y la cantidad de carbohidratos que necesitarías consumir los días previos a la prueba para aguantar en pie los 42 kilómetros.