Algunos lo describen como un pinchazo en la barriga, otros como un dolor interno que te impide respirar y te hace parar, pero lo cierto es que el flato está considerado por los médicos como un dolor abdominal transitorio que puede ser provocado por varios motivos.
El más frecuente suele ser el haber bebido líquidos o haber comido copiosamente antes de ponerse a hacer ejercicio intenso y también durante el mismo. Por eso las rehidrataciones durante la práctica deportiva deben de ser muy medidas y tomadas con mucha precaución para evitar el temido flato.
Otras de las posibles causas es debido al roce de los ligamentos que unen al estómago con el diafragma debido a las oscilaciones que se pueden producir durante la carrera debido a los impactos que realizamos contra el suelo.
Sea de una manera o de otra, el caso es que cuando el flato ha llegado tenemos que saber cómo reaccionar para poder seguir con nuestra práctica deportiva y, si estamos corriendo, no quedarnos tirados en mitad del campo y quedarnos con el sudor frío.
1.- En primer lugar, lo fundamental es NO PARAR. Baja el ritmo, eso sí, puesto que no podrás seguir corriendo al mismo ritmo ya que notarás que te cuesta realizar la respiración debido al dolor punzante que tienes.
2.- Camina durante unos cuantos metros centrándote en la respiración. Inspirar profundamente y expirar a continuación poco a poco. Haz que se hinche bien el diafragma para recuperar la circulación sanguínea adecuada en esa zona.
3.- Si ves que el dolor persiste, también puedes apretarte un poco con la mano en la zona dolorida a la vez que respiras profundamente. De este modo vas a notar cierto alivio y vas a poder inspirar mucho más aire que si no lo hicieras.
4.- Si no quieres parar de correr, hay un truco: realiza la inspiración cuando estás apoyando el lado contrario al que te duele. Por ejemplo, si el flato te está atizando en el lado derecho (el más habitual), haz la inspiración cuando apoyes la pierna izquierda y tengas la derecha en el aire. ¿Por qué? Porque es el momento en el que no hay impacto en la zona afectada y, por tanto, se puede recuperar mejor sin tener que bajar el ritmo.