Es muy posible que inmerso como estás en tus entrenamientos, tus quedadas con amigos para correr, tus selfies post-entreno en Instagram, tus repasos a los datos de tu GPS-pulsómetro, tus complementos para no sufrir lesiones, tu dieta hipocalórica rica en proteínas y aminoácidos, tus sesiones de fisioterapia, tus clases de yoga para ganar flexibilidad, tus horas de gimnasio para ganar fuerza y tu abstemia forzada, no te des cuenta de que quizá y sólo quizá, el tema del running se te está yendo de las manos.
Seguramente ni siquiera tú mismo sepas que sufres un ligero trastorno. Así que lo primero de todo es ser consciente de ello. Hay que saber captar las señales que te mandan amigos y familiares.
Sus comentarios en tu Facebook, sus llamadas perdidas, sus mensajes de WhatsApp sin el doble check azul e incluso sus carteles pegados en farolas y supermercados con tu foto pueden ser un indicativo de que le dedicas demasiado tiempo a esto del correr.
De todas maneras, para saber a ciencia cierta si estás en el pozo de la adicción al running te recomiendo una simple prueba. Deja de correr un par de días. Sólo dos días.
Si te despiertas en mitad de la noche empapado en sudor soñando que hacías unas series de 1.000, si ves a un runner por la calle y tus pies se lanzan tras él o quizá al pasar por una tienda de deportes sufres temblores al ver unas zapatillas para correr... Entonces, amigo, está más que claro, eres un adicto al running.
La cosa en sí no es grave, o bueno, no es muy grave porque como hemos dicho al principio, del running también se sale. Yo conozco gente que lo ha dejado y no les ha pasado nada. Bueno, puede que hayan cogido unos kilillos de más pero aparte de eso sus vidas siguen teniendo sentido y no echan de menos el calzarse las zapatillas (o sí... quién sabe).
Si no te ves capaz de dejarlo por ti mismo, pide ayuda. Seguro que tus amigos (esos que no corren) y tus familiares, estarán encantados de echarte una mano.
Te propondrán planes alternativos como ir al cine, o tomar unas copas o algo más transgresor como una conferencia sobre la reproducción del berberecho salvaje en cautiverio. Lo mires por donde lo mires, son planazos que te ayudarán a salir del bucle 'runneril' en el que estás inmerso.
Aún con la inestimable ayuda de tus seres más cercanos puede que no seas capaz de dejar de lado las zapatillas. En ese caso deberías acudir a grupos de autoayuda como 'Runners Anónimos' o 'Proyecto Runner'.
Ellos tienen las herramientas y la experiencia necesaria para que puedas salir adelante. Además podrás apoyarte en compañeros y compañeras que están viviendo tu mismo calvario.
En el más que hipotético y extraño caso que puedas abandonar la vida de runner empedernido que llevabas no creas que todo está hecho. ¡Ni mucho menos! Todavía queda lo más difícil: ¡NO RECAER! Eso sí que va a suponer un esfuerzo titánico por tu parte.
Estos consejos te vendrán de rechupete para no volver al mal camino:
1.- Da de baja todos tus perfiles sociales (Facebook, Twitter, Instagram...) y aplicaciones de running.
2.- Nunca salgas a la calle un domingo antes de las 12. Podrías encontrarte con una carrera popular.
3.- Dona todo tu material de running a cualquier ONG. Aléjate de la tentación.
4.- No vuelvas a ver a tus examigos corredores. Sus batallitas aumentarían tu síndrome abstinencia.
5.- Si todo lo anterior no funciona, busca un monasterio de clausura y dedícate a la vida contemplativa.
Como has podido comprobar salir del mundo del running no es nada fácil así que tú sabrás si merece la pena intentarlo o no dejarlo. Quizá la solución sea conciliar tu vida como corredor con el resto de facetas de tu vida. ¿No te parece?