Por otro lado sabes que esa no es la manera correcta de actuar,
e intentas elegir qué es lo mejor que puedes comer para aplacar la ansiedad
pero sin hacer que tus pantalones encojan misteriosamente.
Pues bien, en lugar de pensar qué es lo que puedes comer
después de un día de duro trabajo, un estudio reciente concluye que deberías ir
al gimnasio en su lugar.
La razón es porque el ejercicio puede reducir tus ganas de
comer compulsivamente como respuesta a un día muy estresante. Tu cuerpo, tras
un esfuerzo mental muy importante, genera un estado de necesidad de sentirse
lleno, y es cuando tu cerebro empieza a mandar las señales para ingerir comida.
Este estudio realizado por la Universidad de Alabama en Birmingham, muestra que el ejercicio provoca que consumas menos calorías a la
hora de comer. O más concretamente menos comida. En el estudio el grupo que
hizo ejercicio consumió 200 calorías menos que aquellos que simplemente
reposaban tras su jornada laboral.
Un gran esfuerzo mental tanto en la oficina, como después de
unas horas estudiando para un examen aumenta el apetito, y es importante saciar
esa necesidad del cerebro, pero con comidas saludables.
Por esa razón no deberías ir de tu mesa, directamente al
buffet, sino calzarte las deportivas y salir a dar un paseo, por ejemplo.
Después puedes preparar tu comida y saborear cada bocado.
El ejercicio no es necesario que sea de alta intensidad o de
mucha duración ya que basta con dar un paseo para que tus ganas de comer
compulsivamente se reduzcan o incluso desaparezcan.
De hecho, en el
estudio se pidió a los participantes que hicieran ejercicio durante sólo 15
minutos. Una vez finalizado el entrenamiento, los sujetos consumieron menos
pizza que aquellos que simplemente se sentaron durante el mismo tiempo a ver la
tele.
Así que vete al gimnasio, da unas carreras, o simplemente da
un paseo por el centro comercial, y verás como al llegar a casa, no tendrás
tanta necesidad de atacar la nevera.