No confundas la sed con el hambre
Mucha gente confunde la sensación de hambre con la de sed. Si acabas de comer y aún así te sientes hambriento sigue el consejos que nos da Mara Z. Vitolins, profesora adjunta de Ciencias de la Salud: “ Es difícil diferenciar el hambre de la sed, así que bebe un vaso de agua y espera 20 o 30 minutos para ver si ya estás saciado”.
No te saltes el desayuno
Saltarte el desayuno puede parecer una buena manera de ahorrarte algunas calorías. El problema es que cuando llegues a la siguiente comida, es más que probable que te lances a lo primero que veas. Si no sueles tener tiempo de prepararte un desayuno en condiciones, puedes optar por unas tostadas rápidas con aceite y un café. Puedes dejar la pieza de fruta para el camino al trabajo.
Comes pegado a una pantalla
Comer siempre viendo la televisión, tablet o móvil es una de las principales causas de comer demasiado. Cuando tu mente está metida de lleno en tu programa favorito, no hay opción de centrarte en lo que estás comiendo. Pones el piloto automático y sólo comes. En resumen, cuando vas a comer, vas a comer. Céntrate en esa actividad y verás como te sacias antes de lo que pensabas.
No controlas las cantidades
Muchas veces comemos con los ojos, y otras, los ojos nos dan la razón y acabamos con todo lo que tenemos en el plato. Mide cada ración que te tomas y cuando acabes pasa al siguiente plato. Yo por lo menos odio dejar nada en el plato. Por eso si pongo una cantidad razonable, sé que no me voy a pasar de calorías.
Comes por imitación
Si comes con tus compañeros de trabajo, es probable que no todos tengan la misma conciencia que tú a la hora de llevar una alimentación equilibrada. Para evitar caer en tentaciones puedes prepararte la comida en casa. De ese modo sabrás exactamente lo que estás comiendo sin arriesgarte a pasarte de calorías. Tal vez hayas elegido los mismo ingredientes que tu compañero, pero lo que importa es cómo están cocinados, y la cantidad que te vas a comer.
Tu vajilla es demasiado grande
Como he dicho en otras ocasiones, cuanto más grande sea el plato donde está la comida, más riesgo hay de que comas más, bastante más. Esto tiene su lógica, cuanto más comida quepa, más reparo tenemos en dejar el plato medio vacío. Por esa razón, cuanto más pequeño sea el recipiente, más sensación tendrás de estar comiendo más. Y tu cerebro también.
Nunca picoteas
Desafortunadamente, mucha gente piensa que picar entre horas es lo peor que puedes hacer si quieres cuidarte. Pues bien, es muy importante mantener el metabolismo activo entre las comidas principales. Si tomas la primera comida del día y no tomas nada más hasta la hora de comer, lo más seguro es que luego te atiborres y comas más de lo que deberías. Comer entre horas (siempre con un control, claro) va a hacer que llegues a la siguiente comida sin tanto hambre.
Compensas comiendo después de haber entrenado
No uses la excusa de: “como acabo de entrenar, me voy al McDonalds”. Salvo que sea la hora de comer, el tentempié que te tomes después de tu rutina no debe superar las 150 calorías.
Además, piensa que si lo que quieres es perder peso, estarás reponiendo lo que acabas de quemar y no lo que ya tienes almacenado en tu cuerpo.