Te pongo en situación. Te vas a un país fuera de España, pongamos Inglaterra, y mientras haces una paradita a eso de las 12:00 para tomarte un vermut después de llevar horas y horas paseando por una de las ciudades, ves a todo el mundo a tu alrededor comiendo.
A eso de las cuatro y media de la tarde cuando tú sigues en eso que los españoles llamamos “sobremesa”, te preguntas si la gente que tiene comida en la mesa también son españoles y están comiendo tarde como tú. Aunque deshechas la idea cuando ves que son rubios con ojos azules y hablan otro idioma. Sí, ellos ya están cenando.
Cuando llega la hora de la cena es cuando más echas de menos el poder cenar a las 22h o más tarde porque en España tenemos las cocinas abiertas hasta las 23:30h mínimo mientras que a esa hora los restaurantes ya han cerrado o están empezando a echar el telón en otros países.
“Spain is different” y por eso llevamos un desfase de dos horas respecto al resto de países. Mientas que países vecinos, el resto de Europa e incluso los países que están cruzando el charco comen sobre las 12:30/13:00 y cenan entre las cinco y las ocho de la noche, España lo hace todo dos horas más tarde. Esto implica una serie de condicionantes perjudiciales para nuestra salud:
Dormimos menos horas. Mientras el resto está en su sexto sueño, los españoles nos vamos a la cama sobre las doce de la noche después de que acabe la serie de turno. Si nos levantamos entre las seis y las siete de la mañana, esto significa que no llegamos al mínimo de ocho horas que recomiendan los expertos. Por otro lado, no dormir o suficiente puede afectar negativamente a la leptina, la hormona del hambre, que nos ayuda a sentirnos saciados.
Además, dormir poco también aumenta la cantidad de cortisol, la hormona del estrés, que está ligado a un aumento de los niveles de azúcar en sangre. Dormir ocho horas puede hacer que adelgacemos entre 600 y 800 calorías, dependiendo la persona.
Desayunar. Nos levantamos con prisas y no dedicamos tiempo a la comida más importante del día. Evitar el desayuno nos lleva a picar más entre horas e ingerir “unas 250 calorías más de las debidas por jornada”, según un estudio de Breakfast Week.
Si este hábito lo mantuviésemos durante los 365 días del año, “estaríamos consumiendo una cantidad total de casi 92.000 calorías, lo que suponen 10 kilogramos más de peso al año”, refleja el estudio.
Comidas abundantes. En España el horario de comida en los trabajos se parte en una o dos horas mientras que el resto disponen de media hora o 45 minutos. La hora de la comida es la más importante y la más grande de las tres principales que hacemos al día.
Después de comer, se inicia el proceso digestivo lo que hace que nuestro cuerpo se encuentre en modo relax y nos facilite el sueño. Mientras estamos pensando en lo bueno que sería echarse una siestecita, nos tenemos que poner manos a la obra para completar nuestra jornada laboral.
Cenar tarde y mucho. El fin de la jornada laboral de los españoles, nuestra hora habitual de cena (sobre las 9:30) y las pocas ganas de cocinar cuando llegamos a casa, nos hace caer en cenar tarde y mal. Los expertos apuntan a que tenemos que hacer cenas ligeras, pero esto no significa cenar poco.
La cena tiene que aportarnos un 30% de la energía que necesitamos al día. Además, debemos cenar una hora o dos antes de irnos a dormir, “de forma que hayamos podido hacer bien la digestión y el cuerpo ya haya empezado a metabolizar todos los alimentos ingeridos”, apunta la nutricionista Leticia Garnica.
Menos tiempo para el ocio y la vida familiar. Varios estudios reflejan que los españoles trabajamos muchas horas y que no son productivas, comparado con el resto de nuestros amigos europeos. Además, muchos piensan que pasar más horas en el trabajo les hace mejores o quedan mejor ante el jefe y hasta que éste no se va ellos no se marchan de la oficina.
Si sumamos esto al simple hecho de que acabamos la jornada laboral más tarde que en el resto de países, el tiempo que queda para nuestra vida familiar y de ocio es muy limitada. Esto se puede traducir en una excusa para no hacer el mínimo de ejercicio recomendado al día porque no tenemos tiempo más que para trabajar.