Si pensabas que todo aquello que te llevabas al buche influía únicamente en tu peso, estás bien equivocado, porque además de tener consecuencias en el tamaño de tu cintura, también las tiene en tu estado de ánimo.
Así se desprende de una investigación elaborada por la Universidad de Binghamtom en Nueva York en la que se han analizado qué tipo de alimentos nos conviene más según los cambios que va sufriendo nuestro organismo con la edad.
¿Qué necesitas antes de los 30?
El humor de los jóvenes depende mucho de alimentos como la carne, que incrementa la disponibilidad y la concentración de sustancia útiles para producir neurotransmisores.
“En los jóvenes es necesario una buena producción de moléculas como la serotonina y la dopamina (la primera está implicada en el humor, la segunda en los mecanismos de placer y gratificación) que está asociada a un adecuado y regular consumo de carne y a una constante actividad física”, explica la coordinadora de la investigación, Lina Begdache.
“Así, los menores de 30 que comen carne roja o blanca menos de tres veces a la semana y hacen ejercicio solo una o dos veces manifiestan niveles de estrés mentales más elevados”, dice.
Camino a los 40
La carne se hace menos necesaria para el humor después de los 30, cuando sin embargo, para estar tranquilos y serenos es más necesario el consumo de fruta. Y es que, a medida que envejecemos se tiende inevitablemente a tener una mayor formación de radicales libres de alto poder oxidante, por lo que crece la necesidad de antioxidantes, lo que se traduce en una mayor de necesidad de frutas y verduras.
“Los radicales libres pueden provocar daños en el tejido cerebral que a su vez aumentan el riesgo de estrés”, explica Begdache, “tenerlos bajo control sirve para mejorar nuestro estado de ánimo”.
Reducir el café
Después de los 30, lo mejor es limitar los alimentos que pueden activar demasiado el sistema nervioso simpático, como el café o los alimentos con un alto índice de glicémico.
“Con la edad disminuye la capacidad para gestionar el estrés psicológico, por ello todos los alimentos que lo activan de manera inapropiada tienen consecuencias negativas para la mente. Demasiados cafés o un exceso de alimentos ricos en azúcares simples tienen un efecto deletéreo mayor en nuestro humor después de haber cumplido los 30”, explica la investigadora.
Nunca sin el desayuno
Asimismo, la primera comida tiene una influencia positiva sobre el humor a cualquier edad. De hecho, el 55% de los participantes en una encuesta inglesa (Food an Mood Project) nacida para buscar la correlación entre alimentación y estado mental, admitió estar de mejor humor cuando no se saltaban el desayuno.
Dos reglas siempre válidas para cualquier edad
Lo mejor es elegir los cereales integrales porque son absorbidos lentamente, dan energía y estabilizan el humor porque estimulan también una buena producción de serotonina y mantienen en equilibrio los niveles de azúcar en sangre, sin los “picos” típicos de los alimentos con altos índices glicémicos como la bollería.
Asimismo, para todos: sí a buenas dosis de fruta y verdura, que deben ser cada vez más abundantes después de los treinta pero que son muy útiles también antes porque aportan minerales importante para un buen funcionamiento cerebral, como el selenio, el magnesio o el zinc.
Atentos a los “alimentos de consuelo”
La comida es además un momento de felicidad, de recuerdos, de compartir… Sin embargo, el alimento de consuelo, aquel sobre el que nos tiramos cuando tenemos un mal momento para tratar de animarnos se da de bruces muchas veces con el objetivo de mantenernos en nuestro peso y puede que no sea la mejor forma de liberarnos del estrés. ¿Por qué no tratar de sustituirlos por una manzana o por salir a dar un paseo?