En Estados Unidos, 2 de cada 3 personas que comienzan una dieta, no solo no pierden todo el peso que les gustaría, sino que, además, la terminan pronto y mal, produciéndose el temido efecto rebote y ganando más peso del que tenían antes de empezarla.
Y es que muchas personas, seguro que tú también, a la hora de perder peso ponen el foco en los aspectos físicos de la pérdida de peso, como las dietas o el aumento del ejercicio pero… ¿qué pasa con la parte mental?
Esta es casi mucho más importante que hacer más ejercicio o hacer tal o cual dieta (si es milagrosa ya ni hablamos). El preguntarse ¿por qué estoy realmente comiendo este producto y no otro? ¿Por qué estoy comiendo ahora? ¿Tengo hambre realmente o es solo picoteo?
Tan solo con hacerse esas preguntas y responderlas desde un punto de vista sensato, ya te puede ayudar a perder peso. Por ejemplo, se ha demostrado que hay una relación causa-efecto entre el estrés y la obesidad. Seguro que, en alguna ocasión, has llegado del trabajo o de la escuela, con el cabreo acumulado de todo el día y, lo primero que has hecho para relajarte ha sido abrir la nevera y darte un atracón ¿verdad?
Es en ese momento cuando el organismo empieza a liberar dopamina, la hormona que te causa esa especie de “gustito” y que te relaja. Es, por así decirlo, como un monstruo que necesita de su ingesta diaria de alimentos para poder seguir sobreviviendo.
Así que quizás la clave para perder peso de una manera realmente efectiva ser una persona crítica consigo mismo, consciente de lo que está ocurriendo en cada momento, y con el control suficiente para saber cuándo debes ingerir un alimento u otro y por qué. No es lo mismo que, después de hacer deporte, te tomes un plátano a que te tomes un brownie con chocolate y nata.
Al fin y al cabo, lo que se intenta es que nos enamoremos de la comida saludable que te puede ayudar a perder peso, y que rompamos con aquella que nos perjudica.
Para llevarlo a cabo, si quieres, puedes seguir estas simples recomendaciones:
1.- Apunta en un pequeño diario todo aquello que, día tras día, comes de manera poco saludable: bollos, patatas, bebidas con gas, alcohol…
2.- Identifica por qué estas comiendo esos productos ¿por qué tienes hambre o simplemente por gula o para quitarte el estrés?
3.- Vacía tu nevera y tu despensa de productos que te puedan perjudicar en tu objetivo de perder peso.