1.- Pasa frío
Paradójicamente, hay dos maneras de quemar kilocalorías del organismo: o bien poniendo tu cuerpo a tope de movimiento y empezar a sudar y acelerar las pulsaciones, o bien poniéndolo en frío.
Un estudio realizado por Trends in Endocrinology & Metabolism publicado en Cell demostró que las personas que se exponían al frío durante varias horas al día quemaban un 30% más de kilocalorías de las que no. En concreto, a la temperatura que esto era más efectivo eran 15º, así que tampoco es que te tengas que congelar de frío para perder un poco de peso.
2.- Juega con la vainilla
Dicen que en muchas ocasiones nos dejamos llevar y comemos más por la vista y el olfato que por el gusto o nuestra necesidad real de comer. Por eso, una de estas recomendaciones extrañas para perder peso es oler vainilla justo antes de comer.
Al “esnifar” su olor, se eleva el nivel de serotonina que emite el cerebro y nuestras ganas de comer descienden de manera considerable, por lo que puede ser una buena solución para no darte el atracón antes de una barbacoa, por ejemplo.
3.- Bebe agua de distintos tipos
Echarse un buen trago de agua antes de ingerir comida hace que nos saciemos antes, comamos menos y, por tanto, tengamos menos probabilidad de ganar peso. Imagínate que por tomar un vaso de agua antes de comer evitar los típicos barquitos que le echas al pringue de la ensalada, o dejas de lado el montadito de chorizo de la barbacoa. Es para pensárselo.
Si, además, bebes agua helada, beneficio doble. Según han demostrado, beber agua fría hace que tu metabolismo se active y quemes hasta un 30% más de calorías respecto a quien no lo ha bebido. Eso sí, cuidado con las anginas.
4.- Sube lo que comes a las redes sociales
Para algo están, aparte de para hacer de cuñado un día sí y otro día también. Si no hay nadie que te diga lo que está bien y lo que está mal comer, sube las fotos de tus platos a las redes sociales y siente la presión de la comunidad que te vigila, te critica y te trolea si estás comiendo algo poco sano.
5.- Compra otra vajilla
No hay más ciencia que quemar más calorías de las que se ingieren, así que si tenemos la ayuda de una vajilla nueva que sea más pequeña que la anterior ya habremos recorrido un pequeño camino. No es lo mismo comer en un plato bien grande que sientes la necesidad que hay que llenarlo sí o sí que comer en uno más pequeño que enseguida se llena. Es una forma inteligente de engañar al cuerpo y que no te llevará nada de tiempo.