La Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia calcula que alrededor de un 5% de la población femenina española -9 de cada 10 casos son mujeres- sufre algún trastorno de la alimentación. Y aquí entran también los comportamientos alimentarios patológicos relacionados con el deporte.
Aunque faltan estudios que profundicen en la incidencia de este problema entre los deportistas, sí se ha analizado algunos grupos deportivos de riesgo y los expertos advierten que el culto al cuerpo ha agudizado patologías como la anorexia, que cada vez es más precoz.
Entre los deportes de riesgo que señalan los expertos encontramos aquellos que establecen categoría por peso (como boxeo, halterofilia o taekwondo), donde se ha observado “conductas de purga” para adelgazar y entrar en categorías inferiores; deportes donde bajar de peso beneficia el rendimiento en la competición (como hípica, gimnasia o remo) y por último los deportes donde influye la estética, como patinaje artístico o gimnasia rítmica. Deportistas de élite en competiciones de resistencia, como ultramaratón, también han podido caer en la tentación de bajar de peso y porcentaje de grasa corporal de forma brutal para mejorar tiempos en larga distancia.
De la anorexia al Binge Eating
“El hecho de seguir un régimen dietético severo durante largos períodos de tiempo, es un factor fundamental para precipitar la aparición de un trastorno de la conducta alimentaria. Entre los deportistas son frecuentes ciertas conductas patógenas para controlar el peso, algunas de ellas perseguidas por las propias autoridades deportivas. Los métodos más habituales son saunas y vestimenta plástica, laxantes, diuréticos, vómitos autoinducidos, ayuno prolongado, retención de fluidos, píldoras adelgazantes y ejercicio físico extenuante”, expone este estudio realizado por el Centro Andaluz de Medicina del Deporte.
Aunque se ha escrito mucho sobre bulimia, anorexia y vigorexia (abuso de sustancias químicas para conseguir un cuerpo musculoso), no es tan conocido otro trastorno alimentario que incluso tiene más incidencia en la sociedad. El “Binge Eating Disorder” (BED) o “síndrome por sobreingesta” está relacionado con los atracones, pero sin vómito posterior.
Son personas, incluso deportistas y gente que cuida su cuerpo que sienten que, aunque lo intentan, no pueden controlarse, comen hasta el empacho aunque no tengan hambre, sobre todo de alimentos hipercalóricos, y después se castigan emocionalmente.
El “Binge Eating” -que se considera infradiagnosticado y al que deberíamos atender más- no es un atracón esporádico, por gula o capricho. Es una patología con nombre propio desde 2013, que conlleva sufrimiento emocional posterior, sobrepeso, obesidad, presión arterial alta, problemas cardiovasculares, intestinales y de colesterol.
Quienes sufren este trastorno, a menudo, no presentan síntomas externos. Algunas señales pueden ser estos empachos al menos tres veces al mes, comer rápido o disimuladamente y en secreto, porque en realidad se avergüenzan de su relación con la comida. Los expertos señalan que la única forma de superar este trastorno es apoyando a esa persona, no juzgando y pidiendo ayuda profesional cuanto antes.