En España hemos inventado muchas cosas: desde la fregona hasta el futbolín pasando por el submarino o el autogiro, pero hay algunas que se nos escapan. Claro ejemplo es el invento de un nuevo deporte como el Bossaball, con el que a buen seguro te echarías unas risas.
Porque el Bossaball combina lo mejor del voleyball con lo mejor de la bossa nova, uno de los géneros musicales más característicos de Brasil. Y, todo ello, con toques de fútbol y también capoeira.
Pero decir que fue inventado en España no quiere decir que lo fuera por un español. Fue el empresario belga Filip Eyckmans quien, a principios del S.XXI se le ocurrió combinar tres de sus principales pasiones para inventar un nuevo deporte: el Bossaball.
Para jugarlo es necesario una infraestructura bastante mayor que si fueras a jugar un partido de volleyball, ya que hace falta una mezcla de camas hinchables y elásticas para dar a los jugadores una altura considerable en los remates a la red.
A diferencia del vóley, en este deporte juegan de 3 a 5 jugadores y, para pasar el balón de un lado a otro de la red, se pueden dar hasta ocho toques por equipo, mientras que en el vóley solo están permitidos tres.
En el centro de la pista se sitúa una cama elástica, de tal manera que el rematador pueda hacerlo a una altura considerable. No es de extrañar que los remates lleguen a realizarse incluso un cuerpo por encima de la red, lo que en el vóley tradicional resultaría prácticamente imposible. Además, puedes rematar haciendo volteretas, chilenas o lo que más te plazca, por siempre sabrás que, al caer, te espera una colchoneta bien cómoda.
Pero quizás el punto más curioso de todos tiene que ver con los árbitros. Si estamos acostumbrados a ver a los árbitros de vóley o de tenis sentados en una silla en un lateral de la red, en el caso del Bossaball es muy diferente.
Aquí los árbitros no tienen únicamente que juzgar si una pelota ha entrado dentro de los límites del terreno de juego o si se ha cometido una infracción, sino que también son los maestros de ceremonias y los encargados de animar el cotarro.
Para ello se sirven de elementos de percusión, un micrófono y una mesa de DJ, así que te puedes imaginar lo animado que es un partido de Bossaball. Sin duda una opción más que recomendable para jugar en tus próximas vacaciones de verano, aunque, para eso, aún tendrás que esperar un tiempo.