Hacer deporte con regularidad es un seguro de vida que nos ayuda a encontrarnos mejor e influye sobre nuestro humor. Nunca es tarde para calzarse las playeras. Sin embargo, hay algunas leyendas urbanas que, sin ningún motivo, podrían frenarnos a la hora de hacer deporte, repasamos algunas de ellas:
“Puedo comer lo que quiera porque después voy al gimnasio”
Falso. Para mantener un buen estado de salud hay que combinar una actividad física regular y con una alimentación sana. Es cierto que hacer deporte ayude a mantener la línea y previene el sobrepeso y la obesidad, pero sólo eso no basta, hay que prestar también atención a aquello que ingerimos.
Tengo artrosis por lo que no puedo hacer deporte
Falso. El ejercicio físico, practicado por las personas con artrosis, mejora el avance de la patología, la movilidad de las articulaciones, y en consecuencia, la calidad de vida. La artrosis es una de las principales causas de dolor crónico en los ancianos, con alrededor de un 17% de ellos que la padecen, principalmente, mujeres mayores de 75.
Erróneamente se cree que las personas afectadas por artrosis deben utilizar las articulaciones afectadas los menos posible. El riesgo es que se cree un círculo vicioso entre la patología y el sedentarismo, con dos consecuencias principales: un empeoramiento de la enfermedad y un aumento del riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares.
Si hago muchas abdominales, desaparecerá la tripa
Falso. Una actividad física dirigida no implica la pérdida de grasa / tejido adiposo que cubre los músculos involucrados en el ejercicio. Muchas personas se ‘matan’ haciendo abdominales con la esperanza de hacer desaparecer la grasa localizada en esa área.
En realidad, la reducción de la grasa corporal solo puede lograrse asociando siempre una dieta equilibrada con la actividad física. Por lo tanto, es importante adoptar un estilo de vida activo y seguir una dieta mediterránea, con un alto consumo de frutas, verduras, cereales, pescado, legumbres, poca carne y pocas grasas.
Esto no significa que realizar ejercicios abdominales con regularidad no sea necesario, pero para tener músculos abdominales bien definidos también se debe combinar con la actividad aeróbica (como caminar, trotar, nadar, andar en bicicleta...) para ayudar a quemar el exceso de grasa. Eso sí, reforzar y tonificar los músculos abdominales, sin embargo, tiene beneficios posturales y ayuda a evitar el dolor de espalda.
¿Actividad física durante el embarazo? ¡Demasiado peligroso!
Falso. Durante el embarazo, una actividad física regular, incluso si es ligera, como dar largos paseos, tiene numerosos efectos positivos. La prevalencia de la inactividad física alcanza el 40% en las mujeres y tiende a aumentar durante el embarazo.
De hecho, muchas mujeres temen hacer deporte durante su estado por considerarlo una práctica arriesgada para ella y para el niño. Sin embargo, si la futura mamá ya practicó esa actividad física y está bien entrenada, puede continuar practicándola, sujeta a una evaluación médica, eso sí.
Si nunca has hecho deporte, sin embargo, es bueno comenzar lentamente. Se prefieren las actividades aeróbicas de intensidad moderada a baja durante el embarazo, que no implican una sobrecarga articular, especialmente a nivel de la pelvis y la columna vertebral.
Debe evitarse, sin embargo, las actividades que conlleven riesgo de caídas o traumatismos abdominales como montar a caballo o en bicicleta. Las actividades recomendadas durante el embarazo deben practicarse durante al menos 150 minutos a la semana, en sesiones de 10 minutos divididas en varios días.
Reduce el riesgo de venas varicosas e hinchazón de manos, pies y tobillos y puede prevenir el dolor de espalda. Si la mujer se mantiene activa desde el comienzo del embarazo, se reduce además el riesgo de diabetes gestacional en un 36%.
El ejercicio solo es efectivo si es doloroso
Falso. El dolor es una señal de advertencia y no un signo de eficacia. El dolor, de hecho, es el "medio" con el que el cuerpo nos dice que uno está trabajando mal o que está haciendo demasiado esfuerzo o haciendo un ejercicio incorrecto. No es verdad que si no sientes dolor durante la actividad física, no estás trabajando bien.
Aquellos que practican deporte regularmente también pueden realizar ejercicios muy intensos sin experimentar ningún dolor. Si aparece un calambre u otro tipo de malestar durante el entrenamiento, detente y espere a que pase. Si no desaparece, o si comienza de nuevo o aumenta después de reanudar la actividad, debes detener el ejercicio y consultar a un médico.
Cuanto más sudo, más peso pierdo
Es una de las creencias más extendidas, pero es falsa. De hecho, muchas personas visitan con frecuencia la sauna o el baño turco con la esperanza de hacer desaparecer los michelines, pero a través del sudor perdemos solo líquidos y sales minerales, que son sus principales componentes. En realidad, la pérdida de peso no está dada por la sudoración, sino por las calorías consumidas durante la actividad física.
La sudoración es un mecanismo importante de termorregulación: al evaporar el agua contenida en el sudor, se dispersa el exceso de calor. Este mecanismo es esencial para evitar un aumento excesivo y peligroso de la temperatura corporal, lo que podría ocasionar serios problemas de salud. Por esta razón, se deben evitar aquellas prendas que no permiten la evaporación del sudor y el enfriamiento del cuerpo. Dado que los líquidos se pierden principalmente a través de la sudoración, es muy importante hidratarse bien después de la actividad.