Turbante, toalla alrededor del cuerpo y una pose más o menos sofisticada...disfrutar de una sauna es mucho más que el "postureo" que nos venden.
Los beneficios de la sauna son innumerables. Contribuyen a sacudirnos el estrés pero también "aportan salud a nuestro cuerpo, al aumentar las poros de la piel y dilatar los vasos vasculares ayuda a eliminar toxinas y a mejorar la presión sanguínea", según Eli Angelova, directora del Spa Six Senses de Puente Romano.
Enumerar las consecuencias positivas podría ser una larga tarea. La lista es extensa, desde las más conocidas como la limpieza de la piel al tratamiento de la bursitis, espasmos, neuralgias...
Aunque los beneficios más destacados son que mejoran la función cardiovascular, “ya que se contribuye a bombear el corazón con fuerza, y también se beneficia la función pulmonar consiguiendo una respiración mejor, sobre todo en aquellas personas que tienen enfermedades obstructivas, además del efecto positivo sobre los dolores artríticos, pues influye positivamente sobre el sistema locomotor", explica la experta.
Para los deportistas puede ser su gran aliado, pues usarla antes y después del ejercicio aporta flexibilidad a los tejidos permitiendo una mayor recuperación y la eliminación de toxinas y ácido láctico que se pierden durante el ejercicio. Y esto sin contar con la forma en la que favorece a la relajación y la circulación periférica.
Sin embargo, la forma de darse una sauna no es secundaria, la temperatura y los tiempos son esenciales para conseguir los resultados esperados.
Antes de comenzar hay que tomar una ducha de agua templada y elegir el banco inferior para los primeros diez-quince minutos, cuando se empieza a sudar. Hay que refrescarse a continuación con agua fría y regresar, entonces sí, para tumbarse en el banco superior. Será durante otros diez minutos.
Podemos alternar nuevamente ducha fría - sauna, todo dependerá de la capacidad de cada uno. Al finalizar hay que cubrirse bien, mantenerse muy hidratado y no realizar movimientos bruscos, aconsejan la directora de Six Senses. La frecuencia recomendada son dos o tres sesiones semanales.
Tampoco debemos olvidar que existen contraindicaciones. Aquellas personas con hipertensión y cardiopatías o embarazadas deben consultar con un especialista médico la conveniencia o no de entrar en la sauna. Tampoco es recomendable si acabamos de comer, lo sensato es esperar al menos una hora y hacer antes la digestión.