Tras los nueve meses de embarazo y unos cuantos kilos de más, urge hacerlos desaparecer en el menor tiempo posible, una tarea nada fácil, sobre todo si hemos optado por la lactancia natural.
“No se aconsejan dietas restrictivas en este momento porque puede comprometerse el aporte de nutrientes esenciales al bebé a través de la leche materna”, advierte la doctora Pilar Matía Martín Endocrinóloga y Nutricionista del Hospital Clínico San Carlos.
Esta doctora además especifica que sin bien la relación entre la dieta de la madre y la leche no está estudiada para todos los nutrientes, hay evidencias con la grasa, dependiendo la calidad de la misma en la leche del tipo de grasa ingerida por la madre: las proteínas, el yodo, el selenio y algunas vitaminas del grupo B, entre otros.
Teniendo en cuenta la relación entre lo que consumimos y la alimentación del bebé, hay que buscar la fórmula adecuada para perder esos kilos de más sin riesgos, debiendo evitar aquellos regímenes desequilibrados que eliminan, por ejemplo, los hidratos de carbono simples. En cambio los hidratos complejos, propios de la dieta mediterránea, son muy aconsejables.
Lo ideal es combinar el cuidado de la alimentación con el deporte, sin esperar milagros inmediatos y pero evitando esos “consejos de las abuelas”, pues, como aconseja la Dra.Matía, hay que “eliminar el concepto obsoleto de ‘comer por dos’, hay que hacer ejercicio físico, mantener un estilo de vida activo y tomar una dieta saludable”.
Desde el punto de vista clínico, la doctora también confirma que es esencial cuidar la hidratación, “tan necesaria en este periodo, que ha de realizarse a través de bebidas no azucaradas, sobre todo agua, y de alimentos con un contenido hídrico abundante, como verduras, fruta y leche –al menos 3 raciones diarias”.
Volver a nuestro peso habitual requiere de unos hábitos saludables, que muchas veces se verán favorecidos por la propia lactancia, porque el acto de amamantar sí puede ayudarnos a adelgazar, ya que “para la producción de leche se necesita un consumo extra de energía que se ha estimado en 85 kcal por cada 100 ml, así que teóricamente, la lactancia por sí misma, sí podría favorecer la pérdida de peso”, nos recuerda Matía.
Pero no es oro todo lo que reluce, pues son muchas las mujeres que no solo no adelgazan sino que aumentan el peso durante esta etapa de sus vidas. El descenso de la actividad física y una mayor ingesta de alimentos colabora en sumar kilos a los ganados durante el embarazo. Para evitar “sorpresas” nada como seguir estos consejos que nos da la endocrinóloga del San Carlos.
1.- Comer varias veces al día, en pequeñas cantidades, evitando azúcares y dulces.
2.- Mantener una hidratación adecuada: entre 2-3 litros de líquido al día, rechazando bebidas azucaradas y zumos. Es preferible la toma de fruta entera en lugar de estos últimos (2-3 piezas diarias).
3.- Seguir un patrón de dieta mediterránea caracterizada por el consumo de verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva –mejor virgen extra-, cereales no refinados y semillas.
Combinar con raciones medianas de carne y pescado en comida y en cena, y al menos dos días en semana garantizar la toma de pescado azul. No omitir los lácteos, que pueden ser desnatados o enteros en función de la restricción energética recomendada.
4.- Mantener una vida activa a diario: subir escaleras, llegar caminando a los destinos previstos…
5.- Realizar actividad física, preferentemente aeróbica: correr, bailar, bicicleta…
Poco a poco todo volverá a su sitio, lo importante es tomarse con calma este periodo y disfrutar del bebé, la prioridad de cualquier mamá.