“Me duele la muñeca y no sé por qué”, oigo a menudo. Una frase muy común entre la población, que parece haber olvidado la enorme responsabilidad de estas olvidadas partes del cuerpo humano. Pero empecemos por el principio para entender por qué sufrimos molestias en ellas.
¿Qué son las muñecas? No es una pregunta banal, dado que la mayoría de la gente solo se acuerda de ellas cuando extiende el brazo para que le pongan una pulserita en la barra libre del local de turno.
La muñeca es la articulación que une los huesos cúbito y radio al carpo. En palabras más simples, es la responsable de unir el antebrazo con la mano. Vaya, que sin ella no podrías beberte esa rica cerveza que levantas casi sin esfuerzo en el chiringuito.
Para que ese rico líquido dorado llegue a tu garganta, la muñeca realiza movimientos de flexión y extensión en el eje transversal y de inclinación radial o cubital en el anteroposterior. Casi nada. Esto quiere decir que las muñecas realizan continuos giros y desplazamientos para que tus manos puedan cumplir con sus funciones de prensión y manipulación.
¿Por qué nos duelen?
Todo es cuestión de estabilidad. Como explica el Doctor Arturo Mahiques, “los tendones de la muñeca están estrechamente adaptados a los huesos de la misma y por lo tanto actúan cerca del centro de rotación de la articulación. Esta desventaja mecánica resulta en una generación de gran tensión en los tendones como resultado de forzar la muñeca”.
De hecho, se estima que la carga que soporta es diez veces mayor a la que soportan las puntas de los dedos. Es decir, el esfuerzo que haces al sostener un vaso con los dedos se multiplica por diez en tu muñeca. Una presión que, aunque soportable, puede llegar a dañar la articulación debido a su anatomía ósea “inherentemente inestable”.
¿Qué haces tú para que te duelan?
Las muñecas no duelen porque sí. Vale que su estructura es frágil y son extremadamente delicadas, pero tus hábitos tampoco les ponen las cosas mucho más fáciles. Estos son algunos de los motivos (más comunes) por los que sufren tus muñecas y cómo puedes evitarlo.
Te pasas horas frente al ordenador tecleando sin parar
Por poco que sea el tiempo que le dediques al teclado y al ratón, debes tomar conciencia del trabajo que hacen tus muñecas. Es fundamental que no las inmovilices y no restrinjas su movimiento al apoyarlas en la superficie de trabajo. Es decir, nada de reposamuñecas.
Aunque pueda parecer lo contrario, la presión que soporta si no puede moverse libremente es mayor que si la dejas sostenida en el aire. Tus manos, muñecas y antebrazos deben estar en una posición neutra, cómoda y, muy importante, paralela al plano de la mesa (o donde quiera que trabajes).
Sales a correr y no prestas atención a su movimiento
Cuánta gente vemos por el parque cuyas muñecas parecen que van a salir volando. ¡Error, error, error! No hace falta que uses una muñequera sino quieres, pero sí debes pensar en no dejar que se vuelvan locas. Intenta que sigan la dirección de tus brazos y no vayan por libre. Solo necesitarás centrarte un poco en ellas los primeros días y luego te saldrá solo.
Cargas peso sin corregir su postura
Da igual que sea en la compra mientras levantas una bolsa con tomates o en el gimnasio con unas mancuernas de dos kilos, el problema está en que no proteges las muñecas con el simple hecho de colocarlas en su posición correcta. Si estás en el gym, el monitor te enseñará a hacerlo, pero luego deberás seguir su consejo. En la compra, puedes tirar de las míticas muñequeras. Sí, muy ochenteras, pero te ayudarán a no sufrir lesiones.
Sueles apoyar tu cabeza en la mano forzando su flexión
Ojito con lo que yo llamo la postura del soñador o del enamorado. Es esa en la que te quedas embobado mirando a la nada y dejando que todo el peso de tu cabeza caiga sobre tu muñeca. Lo mejor que puedes hacer es olvidarte de dicha postura. Sin embargo, como sé que es difícil, un consejo.
Sé consciente del peso de tu cabeza y ayuda con el cuello a que no caiga todo sobre la muñeca. En cuanto a esta, intenta flexionarla unos 45 grados, como mucho. No quieras presumir de flexibilidad y acabes con la muñeca en el suelo.
Coges el móvil de manera perjudicial para ellas
Otro mal hábito que hemos adoptado de la tecnología. Cuando agarras tu Smartphone para chatear, asegúrate de que tus muñecas están paralelas entre sí y ni muy inclinadas hacia fuera ni hacia ti. Se trata de jugar con el equilibrio hasta que encuentres la postura más cómoda.
Cruzas mucho los brazos
Es uno de los gestos más típicos de las personas. ¿Por qué? Nos ayuda al equilibrio, a que nuestros brazos no se cansen y es sumamente cómoda. Muy bien, pero que sepas que puede que estés torturando a tus pobres muñecas si lo haces. Ten conciencia de que cuando cruzas tus brazos, una de ellas se queda flexionada hacia arriba, mientras otra lo hace hacia abajo. Mucho cuidado con ellas. Intenta relajarlas y no forzar la postura o pagarás las consecuencias.
Pero tranquilo, que no te voy a dejar así. Aquí tienes un vídeo con algunos estiramientos y movilizaciones con las que cuidarás muñecas y manos. ¡2x1 en salud!