Ante la epidemia de obesidad que sufre el planeta, los científicos se afanan en encontrar la píldora que consiga acabar con ella y parece que ésta puede estar al caer. Lo curioso del asunto es que la clave para llegar a ella la tienen esos ‘pequeños llorones’: los bebés.
Así, según un estudio de la Universidad de California en Berkeley publicado en Cell Metabolism, la clave estaría en las células grasas marrones que ayudan a los bebés recién nacidos a regular su temperatura corporal y que podrían potenciar la quema de calorías en los adultos. De este modo, mientras las células de grasa blanca sirven solo para almacenar el exceso de energía, las células de grasa marrón operan de manera similar a las células musculares y pueden convertir la grasa y los azúcares en calor.
"Hemos descubierto una nueva vía que hace que el tejido adiposo marrón consuma calorías de la grasa y los azúcares y las irradie en forma de calor", afirma el coordinador de la investigación, Andreas Stahl, profesor y presidente del Departamento de Ciencias Nutricionales y Toxicología de Berkeley.
¿Cómo funciona?
Cuando la temperatura corporal central de una persona cae por debajo de los 35,5 grados, se produce en el organismo el reflejo del temblor, que provoca una contracción rápida de los músculos que generan calor y aumentan la temperatura hasta los 37.
Sin embargo, los bebés no desarrollan la capacidad de temblar hasta que alcanzan los dos o tres años. Durante ese tiempo, sus cuerpos regulan la temperatura a través de un parche de células de grasa marrón que se encuentra entre los omóplatos. Cuando tienen frío, el cerebro indica que esas células de grasa marrón deben quemar calorías para así genera calor.
Sin embargo, a medida que los bebés crecen el número de células grasas marrones disminuye y desarrollan otros sistemas reguladores. No obstante, un estudio de 2009 reveló que los adultos también cuentan con pequeños parches de este tipo que se pueden encontrar en varias partes del cuerpo. Así, cuando el organismo siente frío, el cerebro libera norepinefrina, que es detectada por un receptor en las células grasas marrones.
Las señales bioquímicas desencadenan la producción de una proteína llamada factor de desacoplamiento-1 (UCP1), que hace que las células conviertan la grasa y la energía azucarada en calor, en lugar de almacenarlo en las células de grasa blancas regulares.
De este modo, las investigaciones se centran ahora en desarrollar un medicamento que pueda ‘despertar’ las células grasas marrones y mejorar su función de quema de calorías. "Ahora que comprendemos mejor cómo funcionan las células grasas marrones, podemos pensar en las formas de estimularlas", afirma Stahl.
No obstante, el investigador admite que todavía se necesita trabajar más en esta idea para encontrar el compuesto químico clave que active efectivamente la función de las células grasas marrones. Así que mientras tanto, no te va a quedar otra que ponerte a hacer deporte.