El pasado diciembre saltaba a los titulares el despido del sprinter Juan José Lobato por parte del equipo holandés Lotto-Jumbo, que acusaba al ciclista de haber consumido -y habérselo facilitado a dos compañeros de equipo- medicamentos prohibidos durante un entrenamiento en Sant Feliu de Guíxols.
El ciclista español solo admitió haber tomado un somnífero -que le dejó casi narcotizado, incapaz de despertar - y negó que lo compartiese con sus compañeros. Pero saltarse la prohibición de consumir cualquier sustancia que no sea recetada por el médico del equipo puso fin a su temporada con los holandeses. Un castigo ejemplarizante que suena a advertencia para el resto de ciclistas.
Además de los somníferos -para paliar el insomnio provocado por el ejercicio intensivo, el estrés o el exceso de cafeína-, otro de los medicamentos extendidos entre los deportistas de elite es el analgésico opioide Tramadol, que alivia los intensos dolores musculares y tiene un peligroso potencial adictivo.
No está clasificado como “sustancia dopante” por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pero sí está bajo observación porque son conocidos sus efectos secundarios adversos, como la pérdida de concentración, falta de reflejos y somnolencia. Precisamente el equipo belga Lotto ya tuvo en 2014 a varios de sus ciclistas en la enfermería por caídas inexplicables durante el Tour de Flandes, posiblemente relacionadas con el Tramadol.
Efectos en el rendimiento deportivo
Aunque las malas lenguas relacionaban los efectos secundarios del analgésico con este tipo de caídas dentro del pelotón ciclista, hasta ahora no se había estudiado cómo afecta el medicamento al rendimiento y al sistema nervioso central.
Científicos de la Universidad de Granada (UGR) acaban de publicar un estudio pionero sobre el Tramadol en la revista Journal of Science and Medicine in Sport . La investigación, desarrollada por el Centro de Investigación, Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC), analizaba los efectos de esta sustancia en una prueba contrarreloj de ciclismo de 20 minutos y posteriormente se monitoreó el rendimiento cerebral ante una tarea cognitiva.
El ensayo clínico -que utilizaba un procedimiento doble ciego y comparaba el Tramadol con placebo- demostró un incremento del rendimiento físico del 5%. Pero no han sido concluyentes las mediciones por electroencefalografía para conocer los efectos cerebrales y todavía no se plantean advertir a la AMA.
“Los resultados del estudio no son concluyentes, así que hay que ser muy cautos a la hora de afirmar que el Tramadol mejora el rendimiento deportivo o que tenga un efecto sobre el procesamiento de estímulos. Se trata del primer estudio de este tipo, por lo que se necesita más investigación para corroborar si el consumo del analgésico conlleva algún tipo de efecto en el rendimiento deportivo y cognitivo”, señala Darías Holgado, investigador y co-autor del estudio.
EL CIMCYC prepara una nueva investigación para profundizar en los efectos -hasta ahora desconocidos- sobre el rendimiento deportivo, y sus conclusiones podrían influir en el futuro del Tramadol como sustancia legal o ilegal en el ciclismo.