Seguro que a ti también te ha pasado alguna vez. Llega la hora de hacer algo de ejercicio y te pones a tope, a darlo todo como si no hubiese un mañana y, de repente, empiezas a sentir que te arde todo el cuerpo y que hasta podrías echar humo por la cabeza.
Acabas el entrenamiento, vas al baño, te miras al espejo y ves que tienes la cara roja como un tomate y te preguntas: “¿cuándo y por qué ha pasado esto? ¡Qué vergüenza!”
No, no significa que estés esforzándote más, ni que estés quemando más, ni que vayas a explotar. La explicación a que se nos ponga la cara roja es porque “la actividad física hace que nuestra temperatura corporal aumente y una de las formas que tiene el cuerpo para defenderse o enfriarse es enrojecer el rostro”, argumenta Homero González, personal trainer y encargado de la web Mi Piel Sana.
Además, continúa explicando González, “clínicamente el acaloramiento fisonómico viene dado por una dilatación de los vasos capilares, principalmente de los faciales. Esta dilatación hace más efectivo el flujo de oxígeno hacia los músculos, algo muy necesario a la hora de hacer ejercicio”.
Este efecto no es el mismo en todas las personas ya que en este tema intervienen factores tanto externos como internos. De hecho “las mujeres tienen más tendencia a tener la cara roja que los hombres”, detalla el entrenador personal González.
También influye nuestro estado físico ya que “a mejor estado físico, menos esfuerzo nos supondrá el ejercicio y, por lo tanto, no utilizaremos tanto ese efecto termorregulador”, indica Pedro Vallez, entrenador personal del Reebok Sport Club.
Otro de los factores que es determinante a la hora de que aparezca ese enrojecimiento facial es el lugar donde estemos desarrollando la actividad física. “Si nos encontramos en un ambiente cálido será más probable que nuestro rostro tenga una tonalidad rojiza al poco tiempo. Además, los cambios bruscos de temperatura externa también influyen”, apunta Homero González.
Este efecto sobre nuestra piel es algo natural por lo que no debemos preocuparnos a no ser que venga asociado a otros síntomas como “la fatiga extrema, náuseas o mareos porque entonces podría ser un sobrecalentamiento o golpe de calor, algo muy peligroso que incluso puede llevarnos a la muerte”, agrega González.
Aunque algunas personas no les importe tener la cara roja como un tomate, es cierto que esto puede avergonzarnos e incluso dejar de hacer ejercicio por esto. Por eso, los expertos nos aconsejan algunos trucos que podemos seguir para que nos ayuden a no aumentar la temperatura corporal que ya de por si subirá con la actividad física.
1.- Mantente hidratado. Hay que intentar mantener el cuerpo fresco ya que el enrojecimiento de la piel proviene del aumento de la temperatura corporal. Toma pequeños sorbos de agua mientras haces ejercicio, ya que no es adecuado tomarla en grandes cantidades para evitar tener flato y malestar.
2.- Refréscate. No dudes en mojarte la cara para refrescarte.
3.- Ropa deportiva. Hacer uso de un buen equipamiento deportivo es vital para que nuestro cuerpo transpire para evitar ese aumento de temperatura corporal.
4.- Evita la irritación. A veces, el enrojecimiento se da por factores externos al calor. Por ejemplo, el tipo de toalla que usemos para limpiarnos el sudor. Además, evita limpiarte la cara con la propia ropa deportiva ya que puede estar hecho de material inapropiado para ello.
5.- Cuidado con el sol. Usa protector solar y cúbrete con una gorra. Evita entrenar en aquellas horas donde los rayos de sol son más intensos.