Uno de los factores más importantes con el que tenemos que trabajar a la hora de correr es la alineación postural que llevemos. Al correr, nos movemos hacia delante y en línea recta, por lo que es básico mantener esa postura y no llevar la cadera o los hombros con excesiva rotación. Esto afectaría a nuestra pisada y derivaría en posibles lesiones óseas o musculares.
No es nada nuevo cuando hablamos que nuestra postura, con el tiempo, ha ido perdiendo la rectitud; y el día a día nos ha hecho ir más agachados, con los hombros elevados y el cuello hundido. También cuando corremos. Esto provoca un acortamiento de los flexores de la cadera y los isquiotibiales, además de un acortamiento de la musculatura anterior y debilitamiento de glúteos y cadena posterior.
Basta con observar a un niño en su proceso innato de aprendizaje en el que atraviesan esas fases de gatear, sentarse y posteriormente ponerse en pie y empezar a andar. Su posición natural es con la columna y cabeza totalmente erguidas en bipedestación. Igual que los atletas profesionales, la posición de su tronco y cabeza permanecen totalmente rectas y alineadas. Esa posición es la que debe conseguirse en el proceso hábil de correr.
¿Cómo saber si corremos con una posición correcta?
1.- No alineado: inclinado hacia delante desde la cadera, flexionando caderas y perdiendo alineación. En este caso, tenderás a sentarte hacia atrás, y para contrarrestarlo inclina el cuerpo hacia delante. Conclusión: Esto provocará una zancada más forzada, aumento de fuerzas de frenado y un apoyo alejado del centro de masas. Se gastará más energía entre cada zancada.
2.- Alineado: Las caderas y pelvis están hacia arriba, mirando al frente y sin realizar rotaciones de un lado a otro. Hará que el primer impacto se realice debajo del centro de masas (debajo de la cadera, no tan alejado), disminuyendo así las fuerzas de frenado y de impacto; es decir, haciendo más eficiente cada zancada.
¿Qué ocurre cuando el cuerpo no lleva una posición recta?
En estos casos, podrás oler el aroma de una lesión cerca, puesto que estarás cargando de una manera más forzada toda la masa muscular de tus piernas. Correr mal supone un acortamiento de la musculatura anterior, aparte de que también te afectará en el rendimiento cardiorrespiratorio, ya que la caja torácica irá más cerrada; y, por tanto, costará más que entre el aire.
Conviene recordar que, para llevar una buena postura al correr, es necesario que nos centremos sobre todo en llevar los hombros relajados y lejos de las orejas, así como no excederse en la rotación en el hombro y la cadera. Hay que correr altos y evitar el primer impacto muy alejado de la cadera.