Te cuesta conciliar el sueño, concentrarte en el trabajo y te pones de malhumor. La causa: te duele la tripa y no sabes cómo remediarlo.
Dejando a un lado la posibilidad de que estés desarrollando una intolerancia alimenticia –ojo, porque la alergia a los lácteos o el gluten están a la orden del día, en tal caso acude a un especialista–, el estrés o una alimentación inadecuada pueden ser los culpables de tus repetitivos retortijones.
Sigue estas sencillas recomendaciones y mantén tu intestino en plena forma para estar sano y sentirte bien.
Deja tiempo entre la cena y el desayuno. Concretamente, 12 horas. Este es el tiempo mínimo que necesita el tubo digestivo para poder reponer la capa de células que lo recubre, ya que si este trabajo coincide con la digestión no puede hacerlo y el sistema no estará reparado ni preparado para hacer frente a la siguiente ingesta.
Come y bebe con regularidad. Y no es sólo porque ayude a adelgazar. Como si fueses el entrenador personal de tu intestino, debes comer entre tres y cinco veces al día para mantener el sistema digestivo activo y que funcione en plenas facultades.
Parecido a lo que te ocurre a ti cuando empiezas a hacer abdominales, que a medida que aumentas la cantidad te cuesta menos, cuanto más acostumbrado esté el estómago a hacer la digestión, la hará con más facilidad.
Si, además, nos mantenemos hidratados y bebemos al menos un litro y medio de agua a lo largo del día, el intestino estará más resbaladizo y funcionará correctamente.
Piensa que una mala alimentación, no comer las cantidades suficientes o la deshidratación, son algunas de las principales causas del estreñimiento.
Haz gárgaras. El proceso digestivo empieza cuando el nervio vago, que se encuentra entre el cerebro y el intestino, envía la señal para que el estómago empiece a producir ácido y enzimas digestivas.
En ocasiones los dolores de tripa habituales pueden deberse a que este nervio haga honor a su propio nombre y se vuelva “vago”, impidiendo que digieras la comida normalmente.
Podemos conseguir que esté en plena forma con algo tan sencillo como hacer gárgaras durante dos minutos, ya sea con un colutorio o con un poco de agua.
Visitas al baño: así sí. Lo primero que debes hacer es no obsesionarte con la idea de que tienes que ir al baño todos los días. De hecho, según los expertos, el 75% de las personas no tienen un movimiento intestinal diario.
Con que te encuentres dentro del baremo de un máximo de tres veces al día y un mínimo de tres a la semana, será señal de que todo funciona correctamente.
Por otra parte, si sientes dificultades a la hora de depositar tu heces puede ser por culpa de la postura. Aunque el diseño habitual del W.C. indique que lo tengamos que hacer sentados, en realidad no estamos diseñados para evacuar así ya que nuestro colon no está enderezado.
Prueba a apoyarte sobre un reposapiés o palangana elevando las rodillas por encima de las caderas para facilitar la expulsión y reducir la tensión.
Come despacio y mastica bien. Con los ritmos de vida que llevamos, es bastante complicado sentarte a comer tranquilo, con tiempo y sin distracciones. Pero no hacerlo es una de las causas más comunes que producen la acidez e hinchazón estomacal.
Dado que no puedes invertir una hora y media en comer, procura hacer respiraciones profundas antes de empezar a ingerir, así relajarás el sistema nervioso asociado con el estrés y activarás el parasimpático que se encarga de que la digestión se realice con normalidad.
Además, trata de comer en bocados pequeños, mastica hasta que notes que el alimento está perfectamente licuado o ha perdido su sabor y nunca te metas una nueva tenedorada sin haber tragado la anterior.
Evita los dulces. El azúcar afecta a nuestro intestino negativamente alimentando a las bacterias dañinas responsables de la sensación de pesadez y dañando las paredes del intestino.
Además de los alimentos azucarados, los bajos en grasas o algunas bebidas energéticas también pueden causar estos efectos.
Si te duele la tripa a menudo, prueba a eliminarlos de tu dieta al menos el tiempo suficiente para que las paredes del estómago puedan repararse correctamente.