Para un español, el supermercado es ese sitio al que acudir para realizar la compra. Y por esto último entiéndase llenar nuestra nevera y despensa con frutas, verduras, legumbres, conservas, pescado, cereales, artículos del hogar, todo lo relacionado con la cosmética personal… Bien es cierto que en los últimos años, empresas como Mercadona, Día o El Corte Inglés han añadido ciertos pluses a sus estanterías. A día de hoy es fácil encontrar productos de belleza o comida ‘ready to go’ que nos ahorran un viaje a otro tipo de tiendas.
Sin embargo, los supermercados han alcanzado un nuevo y sorprendente nivel en Estados Unidos añadiendo en sus pasillos la sección ‘Vitaminas y Suplementos’. Tal cual. Ni trampa ni cartón. Lo que lees es lo que ofrecen.
Ubicada normalmente cerca de la salida del mismo, es el nirvana de todas aquellas personas que están deseando que el futuro sea una pastilla. Me explico. Durante mi última estancia en Estados Unidos, me di cuenta de que sus habitantes no es que no tengan el hábito de mantener una alimentación sana y equilibrada, es que directamente no están acostumbrados a pararse, sentarse y degustar tranquilamente una comida o una cena (ya sea sana o no).
“Aquí la gente solo cocina en las grandes ocasiones. Y casi todo lo compran hecho. Prefieren invertir su tiempo en otras cosas”, nos dijo mi profesora de inglés un día que nos llevó de visita a Costco, un supermercado al por mayor (ojito ahí que no nos llevó a un museo) que nos aseguró que no nos dejaría indiferentes. Verdaderamente no lo hizo.
Yo recorría los pasillos mirando a ambos lados sin creer lo que veía. Paquetes de 20 botes de mostaza, bolsas de 10 kilos de arroz, botellas de 5 litros de alcohol… Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. ‘Vitamins, Herbals & Dietary Supplements’ rezaba el cartel. Y ante mí se abría paso el paraíso de las pastillas. Había de todo y organizadas meticulosamente. Para adultos, niños, energizantes, enzimas, omega-3, probióticos, para el sistema inmune, suplementos herbales, glucosa, para perder peso, para las articulaciones, para el sobrepeso…
Y lo mejor de todo es que la gente se las llevaba como si de naranjas se tratara. Observé sus carritos de la compra y me di cuenta de que casi todo lo que llevaban era comida preparada. Y después, cuando ya van bien servidos de colesterol, paran en la sección que les promete un organismo saludable con solo introducir en su boca esa inocente pastilla y que se obre el milagro de la vida sana.
Pastillas en vez de comida
En realidad, tiene bastante sentido que los supermercados en Estados Unidos aboguen por estos suplementos alimenticios. Según los últimos datos recogidos en un artículo en el diario New England Journal of Medicine, USA es el país con el porcentaje más alto de jóvenes y niños obesos con un 13 %. Le arrebata el oro en obesidad adulta Egipto.
El problema es que mucha gente no los utiliza como suplementos, los consumen como si fuera sustitutivo de una comida. ¿El motivo? Son extremadamente caros (al igual que la comida sana en general). Por lo tanto, o se hacen con alimentos de verdad o compran pastillas. Y dado que el Ministerio de Sanidad en EE.UU ha lanzado campañas extremadamente agresivas contra la llamada ‘fast food’ (la más barata del país), el americano medio se aferra a estas vitaminas y suplementos con fuerza.
Dime lo que ganas y te diré lo que comes
Mientras que en España casi todo el mundo puede permitirse una compra medianamente decente y llegar a fin de mes, en EE.UU pocos son los que llenan sus cestas con productos frescos y sanos. Por lo tanto, la única manera de sobrevivir (alimentariamente hablando), si no tienes una economía solvente, es lanzarte a los brazos de la comida basura o decidir qué pastilla comprarás cual Neo en Matrix y te dejará pelado para el resto del mes.
Así pues, lo que puede parecer una maniobra de marketing para vender más y más en los supermercados, esconde un grave problema que afecta cada día a miles de norteamericanos.