En este caso, hablamos de la Dieta Alcalina, un tipo de dieta que se basa en que determinados alimentos contienen un pH que es más positivo que otros para nuestro organismo.
En internet, por suerte, podemos encontrar información a gusto del consumidor y también existen páginas o sitios web en los que se desmontan teorías, bulos, o, en este supuesto, dietas. Se trata de la fanpage “Bulos y Leyendas”, y en ella dedican un post documentado a tirar por el suelo la teoría de la “Dieta Alcalina”.
En este post, comentan que las ideas de Young (su creador y principal promotor) parten de un experimento in vitro, “que prueba que las células cancerígenas se desarrollan con más facilidad en soluciones ácidas, pero ello no justifica que ocurra lo mismo en el cuerpo humano”.
“Los científicos críticos con la dieta mantienen que no hay evidencia de que los niveles de pH de la sangre puedan ser alterados a través de lo que comemos”, escriben, para después reafirmar que el nivel de pH que se puede medir en la orina no tiene nada que ver con el del resto del cuerpo humano.
También citan al médico Gabe Mirkin, quien señala: “el estómago es tan ácido que no hay nada que pueda cambiar su acidez. No importa lo que comas, la comida de tu estómago siempre será ácida, y en tu intestino, alcalina”.
Con estos argumentos, tratan de tirar por tierra la teoría de que, según los alimentos que comas, puedes cambiar tu pH y, por tanto, controlar si adelgazas más o menos.
Mención aparte tiene la biografía del señor Young. Sus problemas con la justicia comienzan en el año 1995, cuando es detenido por ejercer de médico sin licencia.
En 2001, intentó que una paciente dejara un tratamiento de quimioterapia para ser tratada con sus productos, hecho por el que fue denunciado. Sin embargo, esto sí que lo consiguió en 2006 con otra enferma, que finalmente falleció de cáncer en 2010.
En definitiva, como con todo, hay que ser precavido a la hora de adoptar una dieta tan estricta como tu forma de vida. No hay ningún impedimento en aumentar el número de piezas de fruta y verduras que ingerimos. Sin embargo, cuando esto tiene que venir sí o sí adscrito a un programa de compra de productos milagrosos o de libros, todo comienza a ser sospechoso.