Llevamos ya unos cuantos días de 2015 y seguro que todavía sigues llevando al día tus propósitos para el nuevo año, ¿no? Entrenos en sus fechas, plannings preparados y comidas sanas; todo en orden, todo en su momento.
Bueno, vale: puede que te hayas saltado algún entrenamiento, que el objetivo del año siga en suspense y que hayan caído algunas cervecitas con los colegas. No pasa nada, está perdonado... pero toca recapitular antes de que sea tarde.
Hoy voy a pasarme al lado saludable de la vida y a explicaros por qué poner zumos verdes en vuestra dieta os va a ayudar. Antes de empezar, aclaro: cuando hablo de 'dieta' no hago referencia a ningún régimen específico, sino al equilibrio que debemos hacer en nuestra alimentación diaria.
En un mundo ideal, no comeríamos nada precocinado ni sustentaríamos nuestra alimentación en 'comida rápida'; si no podemos evitarlo, el incluir este tipo de extras en tu día a día te ayudará a ingerir aportes y nutrientes que de otra forma no podrías consumir.
Los zumos verdes tienen por base una cantidad de hortalizas o verduras de hoja verde. Hay más maneras de comerte unas espinacas o un pepino que hervidas o en ensalada: combinadas con frutas de sabor dulce e intenso su sabor apenas se nota y aportan a tu organismo un chute directo de nutrientes. Además, debido a su gran contenido en líquidos (cosa obvia: es un zumo) son también ideales para luchar contra factores como la celulitis y el sobrepeso.
Para preparar la mayoría de zumos verdes necesitarás una licuadora o una batidora de vaso americano. Puedes intentarlo con un exprimidor normal y corriente pero algo me dice que cuando llegues al momento de sacarle el jugo a las hojas de espinacas te quedarás en blanco.
Al licuar las mismas consigues extraer las vitaminas y nutrientes que se quedarían fuera como el hierro o el potasio, ideales para afrontar una buena recuperación tras una carrera larga.
Sé que puede ser difícil al principio. Te ves capaz de arrancar el día con un zumo de naranja recién exprimido en tu cafetería de confianza pero lo de ingerir una papilla verde a primera hora de la mañana te recuerda a Charlton Heston gritando de qué estaba hecho el Soylent Green.
Por eso, os dejo algunas combinaciones que os permitirán dar un primer paso sin mirar con caras raras lo que os vais a beber.
1.- Nivel principiante: procesa en un vaso americano dos naranjas de tamaño mediano, un pomelo, un plátano y unos 150 gramos de hojas de espinaca fresca. Rebaja con agua si la mezcla es espesa. La mezcla será verde pero la presencia de la verdura apenas se notará. Es una bebida dulce y con mucho sabor que te aportará sodio y calcio, además de vitamina C.
2.- Nivel medio: pasa por la licuadora un par de manzanas verdes, un par de ramas de apio y un pepino de tamaño medio para un zumo que es un jugo de fibra. Te viniste arriba con el anterior y al ver el pepino has dudado: no te preocupes, no es como tomarte un gazpacho en ayunas.
Como decíamos, la manzana es fibra pura y el pepino es todo líquido, por lo que todo lo que necesitas está presente con ellas dos. Además, entre las propiedades del apio podemos encontrar su influencia sobre el sistema circulatorio: ayuda a la producción de glóbulos rojos, los encargados de llevar a las células el oxígeno y los nutrientes necesarios.
Si consigues aumentar esto de manera natural, tu recuperación será más rápida y con ello podrás rascarle unos segundos más al reloj.
3.- Nivel Megamaestro del Zumo: procesa en un vaso americano dos ramas de apio, un pepino pequeño, una manzana verde y una remolacha. Si la mezcla es muy pastosa, rebaja con agua de coco.
Vale, ya no es verde pero los ingredientes son prácticamente los mismos que la anterior. El boost de esta receta está en la hortaliza que le da su color característico: la remolacha, que mejora los aportes ya citados con vitamina C y hierro.
Tres recetas para todos los paladares, desde el más verdulero al finolis. Procura hacer las porciones justas, dado que como cualquier otro zumo pierde las propiedades, aunque lo hace más rápido por la oxidación de algunos de sus ingredientes.
Para evitar que esto pase, consérvalos en envases estancos sin contacto con la luz solar: un termo plástico o de metal son ideales para ello.