"Es una vía de escape, como puede ser la anorexia o la bulimia pero a través del ejercicio físico y la alimentación. La persona que tiene vigorexia cuida su alimentación en extremo, con una dieta súperproteica, muchos hidratos de carbono… La distorsión en el espejo es la misma, en vez de querer bajar de peso se pretende subir la musculación ", asegura el psiquiatra Faraco Favieres, director médico de Adalmed.
Se trata de una patología no reconocida como enfermedad pero con graves consecuencias psiquiátricas, pues no deja de ser "un subtipo del trastorno de la conducta alimentaria que produce una distorsión y el paciente se ve poco musculado, ellos usan la terminología de verse pequeños, especifica el doctor Faraco.
El origen, sin embargo, no está en el cuerpo ni en los músculos; el deporte es en ocasiones la única salida de alguien con problemas que nada tiene que ver con el físico.
"La gente lo que hace en realidad es huir de una situación de baja autoestima, inseguridad, son personas que se ven incapaces de solucionar los problemas de su propia vida, y escapan a través de esta conducta que genera adicción y que les hace perder libertad", desvela el psiquiatra.
Los primeros síntomas se manifiestan en una alteración en la alimentación, comidas dirigidas a aumentar la masa muscular y baja en grasa, y los cambios en la forma de relacionarse con los demás. El aumento de horas en el gimnasio desemboca en una vida dedicada en exclusiva al entrenamiento físico, lo que conlleva a un aislamiento social.
Lesiones musculares, en tendones o articulaciones, malas relaciones… las consecuencias no tardan en llegar, aunque los vigoréxicos sean los últimos en verlo.
"Habitualmente acuden a consulta cuando se complica con otro trastorno como la bulimia nerviosa, además también empiezan a consumir anabolizantes, sustancias tóxicas para ellos pero que les hace conseguir un cuerpo mejor", comenta Faraco.
La presión social hace que se dé más en paciente varones. Unos músculos desarrollados nunca son suficientes para los vigoréxicos. El psiquiatra de Adalmed aconseja compatibilizar el deporte con otras actividades vitales para evitar caer en la adicción a la hipermusculación, evitar pasar más de tres o cuatro días en el gimnasio y no dejar de hacer vida social.
Una vez enganchado, la solución ya no estará en reducir el ritmo, el ejercicio es en estos casos un parche y hay que buscar la ayuda terapéutica de un profesional.
Y puestos a ejercitarnos, mantengamos en forma la materia gris que sí ayudará a desarrollar tus músculos en su justa medida, no te pases de la raya.