Aseguran los expertos que los dolores cervicales son menos comunes que otras molestias como la lumbalgia. Muy bien, pero a ti lo que te duele a rabiar es el cuello. No estás solo.
Resulta que millones de personas experimentan este tipo de malestar en algún momento de sus vidas y, aunque la inmensa mayoría de los casos se curan en poco tiempo y no necesitan tratamientos farmacológicos ni quirúrgicos, son capaces de arruinarte el día, la noche, la semana e incluso el mes.
Lo que tienes –por lo general, si crees que la dolencia puede ser mayor o no notas que no remite de ninguna de las maneras, acude a un especialista, haz el favor– se llama nudo. Una molestia muscular que resulta especialmente frustrante cuando se encuentra ubicada en la parte baja del cuello, precisamente donde no nos llegamos.
Para remediarlo procuras relajarte para que el cuello vuelva a su estado normal, intentas sentarte con las piernas en ángulo de 90 grados e incluso practicas deporte para fortalecer la musculatura circundante a ver si así dejas de parecer un jorobado. Pero nada.
El problema viene cuando las molestias en la parte alta de la espalda se están acumulando hasta el punto de que el malestar no te deja ni andar recto. Ni tan siquiera aguantas un rato sentado delante del ordenador sin empezar a arquearte y notar presión en el cuello.
Todo un incordio, lo sabemos, que deberías poner en manos de un especialista. Pero si no encuentras momento –ni saldo suficiente en tu tarjeta– para ir al fisioterapeuta. Buenas noticias: puedes calmar la contractura amasándote tú mismo. Prueba con este truquillo de bricolaje corporal casero cortesía del fisioterapeuta de la Clínica Mayo Allyn Kakuk y notarás como el dolor se va calmando en menos de un minuto.
Paso 1: Encuentra el punto sensible, el foco del dolor, y pon tu mano encima. Si percibes que la molestia está ubicada en el lado derecho de tu cuello o espalda superior, deberás colocar tu mano derecha sobre la zona y viceversa si el daño está en la izquierda.
Paso 2: Una vez localizado el nudo, empújalo con las yemas de los dedos ejerciendo una presión firme y constante. Si el nudo es tan grande que no lo abarcas con tu mano apoya la espalda en la pared e inclínate suavemente para comprimir el bulto contra la superficie. Eso sí, no te pases apretando o empeorarás el daño. “Te va a doler un poco, pero tiene que ser un dolor tolerable, no agudo”, advierte Kakuk.
Paso 3: Gira la cabeza ligeramente en la dirección opuesta a la del calambre –esto es, hacia la derecha si está ubicado en la parte izquierda, para aclararnos– y a continuación dobla ligeramente el cuello en diagonal como si estuvieses intentando tocarte la axila con la barbilla.
De esta manera activarás el músculo acalambrado que has calentado previamente al presionar y, siempre relajado y respirando adecuadamente para que evitar un inoportuno desmayo, notarás al instante como el nudo se empieza a deshacer
Paso 4: Repite los pasos del uno al tres tantas veces puedas. Lo ideal es que repitas el ejercicio a lo largo del día para mantener la musculatura relajada. El experto recomienda hacer el circuito completo unas 20 veces, pero tú mismo notarás si quizás tantas sean demasiadas.
Teniendo en cuenta que has invertido una media de 30 segundos en cada uno de ellos –no era mentira lo del minuto–, es probable que todavía persista el dolor. Ahora toca estirar el cuello alargándolo hacia arriba como si tirasen de nuestra cabeza hacia el cuello para recolocarnos por completo y disfrutar de nuestro nuevo y descontracturado cuello.