Con la llegada del frío, entrenar en la calle se puede hacer muy duro, así que muchos prefieren pasarse al gimnasio para continuar manteniéndose en forma. Sin embargo, ¿realmente es saludable el aire que respiramos en el gimnasio? Esta es la pregunta a la que han tratado de dar respuesta un grupo de investigadores portugueses y holandeses.
Para llevar a cabo el estudio, los científicos han elegido una muestra de 11 gimnasios de Lisboa de similares características a los que se pueden encontrar en el resto de Europa y EEUU. En estos han colocado varios instrumentos que monitorizaban la calidad del aire en las distintas salas donde se practicaban todo tipo de disciplinas: pesas, máquinas, ejercicios aeróbicos, yoga, pilates...
Los resultados de la investigación, publicada recientemente en la revista Building and Enviroment, seguramente te harán replantearte, al menos, la hora en la que acudir al gimnasio.
Los medidores fueron programados para controlar la calidad del aire y las sustancias contaminantes durante dos horas seguidas en los momentos en los que los centros contaban con más gente en sus instalaciones (principalmente a últimas horas de la tarde).
Estos contadores buscaban contaminantes típicos de los ambientes cerrados como monóxido de carbono, dióxido de carbono, ozono, partículas en suspensión (polvo, químicos relacionados con las moquetas…), productos de limpieza, mobiliario, pintura, formaldehído, ambientadores…
Los resultados revelaron que todos estos contaminantes se daban en unas proporciones que superaban los estándares más recomendables sobre calidad del aire en un espacio cerrado, sobre todo, en los referente a los niveles de dióxido de carbono durante las clases de aerobic de últimas horas de la tarde, momento en el que hay mucha gente en un habitáculo pequeño, levantando polvo, respirando fuerte y emitiendo grandes cantidades de dióxido de carbono.
Sin embargo, el aspecto que más ha preocupado a los responsables de la investigación, procedentes de la Universidad de Lisboa (Portugal) y de la Technical University de Deft (Holanda), ha sido la elevada concentración de polvo formaldehído, ya que la exposición a esta sustancia química ha estado asociada al asma y a problemas respiratorios.
Los expertos subrayan el peligro existente, ya que cuando nos entrenamos respiramos más hondo y, por tanto, la sustancia entra más profundamente en los pulmones en relación a los momentos en los que nos encontramos en reposo.
Tras haber analizado los resultados, los investigadores recomiendan una buena ventilación y renovación del aire en las instalaciones además de tener especial cuidado en los productos de limpieza, sobre todo en los enmoquetados, con el fin de minimizar las concentraciones de sustancias contaminantes.
"Los resultados presentados en el trabajo deben ser vistos como una oportunidad para mejorar las condiciones ambientales en los gimnasios y potenciar así sus efectos positivos", afirman en el estudio.
¿Una nueva excusa para no ir al gimnasio? ¡Desde luego que no! Eso sí, si comienzas a sentir problemas respiratorios mientras entrenas o crees que el aire está muy cargado, intenta evitar las horas punta y avisa a los responsables del centro con el fin de que intervengan para mejorar la calidad del aire.